Raccolta di racconti che ruotano intorno alla fine dell'occupazione nazista in Francia ed il periodo successivo, soprattutto il primo é degno di nota: la scrittura autobiografica dura e dolorosa rende l'attesa per il ritorno del marito deportato qualcosa di palpabile ed angosciante.
مارگریت دوراس رو اصلا نمیشناختم و برای آشنا شدن باهاش این کتاب رو برداشتم
ماجرا مربوط به زنی فرانسویه که همسرش رفته اردوگاه کار اجباری جنگ جهانی دوم. روایت جالبی بود. همیشه از مصیبتهای داخل اردوگاه خوندیم، این دفعه از مصیبتهای چشمانتظاران.
البته توی دو بخش انتهایی کتاب یه کم با فضای بعد از آزادی فرانسه هم روبرو میشیم که جالبه ولی قوی نیست
کلا بدم نیومد از دوراس ولی خیلی هم تحت تاثیرش قرار نگرفتم، باید یه کم بیشتر ازش بخونم
"Yo lucho contra las imágenes de la cuneta oscura" Pienso que no es tan importante la calidad del libro en sí mismo como su asociación con el resto de la obra de Duras, situar el libro en su literatura, tratar de trazar un mapa de pensamiento, acercarse a las ideas, abstraerlas y supongo que así reconocerlas y estudiarlas
Easy to read but harrowing - Duras claims to have based these stories on some diaries she found in her attic but she has obviously modified them and made them less raw and more literary. The most harrowing thing about the whole collection is the protagonist's behaviour when she has the opportunity to use violence herself. She does so, and without scruples. As her husband wrote, people do not change and do not learn from experience.
La edición que leí incluía seis textos breves, ligeramente conectados entre sí. «El dolor» es el primero de ellos, y es, literalmente, una obra maestra. Es de esos relatos o testimonios que conmueven y son difíciles de olvidar, de esos que logran bocetar a la perfección, en cada párrafo y detalle, la ternura inexplicable que provoca el amor hacia alguien y la desesperación irracional, el temblor y el insomnio, que produce no saber dónde está o a dónde lo han llevado, si vive o ya no.
Esa preocupación y esa fe desgastante, ahogada y muda, al borde casi de la resignación, Marguerite Duras la convierte en una espera que se prolonga por semanas y días, y que logra estallar en una plenitud triste, y también, para ella y para los lectores, en una experiencia espiritual profunda y efectiva, en una terapia involuntaria para salvarse del horror mediante la escritura, para escribir (o sobrevivir) el descenso como se pueda, hasta donde se pueda; y luego sanar, respirar el aire del día otra vez, intentar sonreír, conversar, vivir.
La protagonista, que es la misma Marguerite (pues «El dolor» es una selección de entradas de un diario personal) lucha contra la desesperanza y el desasosiego que le suscita el arresto de de su esposo por parte de la policía nazi y la posterior ausencia de noticias, en pleno final de la Segunda Guerra Mundial, cuando París ya ha sido tomada por los Aliados y Berlín está a horas de arder, y lucha contra sí, contra la resignación de no volverlo a ver, y contra los que le rodean, que no le auguran más que ambigüedades, y se abandona en cuerpo y espíritu a la esperanza de investigar dónde está, de preguntar a los prisioneros que llegan día tras día, de creerles lo que dicen, de insistir, con las pocas energías que le quedan, con lo último que la motiva, en oficinas y en amigos, y encontrar una salida, encontrarlo a él, verlo, sacarlo de allí donde esté, liberarlo al fin de esa prisión para así liberarse de la desesperación que la asfixia.
Es una letanía de esperanza en un mundo destruido, la última frontera de humanidad y ternura cuando todo ha desaparecido, el arrebato en forma de diario cuando la angustia y las malas noticias están a punto de llevarla a la locura, cuando ya es físicamente insoportable seguir oyendo rumores del horror de los campos de concentración nazi.
«El dolor» es el testimonio directo, sin ímpetus estéticos, pero hermoso a su modo, del sufrimiento íntimo que genera la incertidumbre de no saber si alguien querido está vivo o ya no, el terror y la agitación que supone oscilar entre resignarse a la muerte sin ver la evidencia o desesperarse hasta las lágrimas por ver la vida. Es el relato del limbo, de ese momento confuso, incierto, entreverado, previo a la verdad.
«El dolor» es la confesión inmediata, día tras día, de una mujer que sufre la duda, el envenenamiento de la duda, la corrosión fatal y espiritual que implica la hipótesis, el supuesto, el rumor.
Saber la verdad, ver el cuerpo con los propios ojos, y comprobar por sí misma, con sus propios sentidos, si está vivo o no; esto es, saber de primera mano el hecho concreto, objetivo, invariable, que demuestra la voluntad o la inercia, se torna en una necesidad fisiológica que si bien, una vez conseguida, logra consolar a Marguerite, aliviarla hasta llegar incluso a un estado de ensueño, no la empuja al olvido terapéutico ni al recuerdo obsesivo.
Pasada la tormenta, el huracán, Marguerite mira los restos del naufragio, las miradas de la gente, la figura de Robert, la playa, en fin, las huellas de su agobio, con algo así como una serenidad discreta, sin triunfo ni derrota. No sonríe ni se atormenta, sólo respira y contempla el paisaje con esa paz única e intransferible que otorga la solidaridad, el desprendimiento personal para ayudar -para salvar- a alguien que se quiere mucho.
El resto son relatos de menor nivel, y algunos casi irrelevantes. Quizá el que le sigue a «El dolor», el relato titulado «El señor X. Aquí llamado Pierre Rabier», sea el más resaltante de todos ellos. Está bien construido y, aunque es lento y algo insulso, logra condensar el aroma de los amores no correspondidos. Me recordó mucho al amor entre el oficial nazi y la dueña del cine en la película «Unglorious Basterds» (Tarantino, 2009). Asimismo, el relato ofrece el contexto perfecto para entender tanto el ajedrez parisino entre los milicianos de la resistencia y las fuerzas nazi de la ocupación, como para matizar los días de la detención del esposo de Marguerite contada en «El dolor».
Ambos, «El dolor» y «El señor X», aunque diferentes en tono y música, se complementan muy bien y delinean el ambiente burgués, atosigado de paranoia y complicidad, de ese París a punto de ser liberado.
Los demás relatos son un desastre. Confusos, soporíferos, sin norte, sin ritmo, sin gracia, artificiosos y burdamente inventados. Difíciles de terminar y añejos. No creo que hayan tenido nunca la atención de la crítica o de los lectores, y si la tuvieron, es otro caso más de cómo envejecen mal algunos cuentos. Es como si Marguerite Duras se hubiera puesto a representar en ficción las anécdotas que escuchó o vivió dentro del movimiento de la resistencia. Esa urgencia de representar la traiciona, pues ni describe los hechos reales ni estructura un mundo ficticio. Esos relatos funcionan como documento histórico para escudriñar las contradicciones morales del antifascismo, la traición, el frenesí renovador de la milicia, o el dolor judío inconsolable, pero como ficción, chirria
- Por último, una cita del segundo relato, justo después que la narradora-protagonista se haya zampado un par de copas de vino: «De pronto me doy cuenta de que en el restaurante lo que reina es un gran miedo. Ha sido al disiparse mi miedo cuando he visto este miedo».
Probablement le dernier livre que je termine cette année compte tenu qu'il me reste presque 400 pages de l'autre que je lis et qu'il faut vraiment que je me mette à la préparation de mon cours d'hiver et finisse mes corrections de l'automne! (Ça serait quand même bien que je termine 'L'oratorio de Noël' avant Pâques!) J'aime beaucoup le style de Duras, j'en ai malheureusement pas assez lu à mon goût mais garde un très beau souvenir de La pluie d'été. Celui-ci aussi est fascinant, 4 récits autobiographiques et deux fictifs qui prennent place à la fin de la guerre ou dans l'immédiate après-guerre. Marguerite elle kickait des culs dans la résistance. À part la première partie qui est effectivement très douloureuse, le reste se lis quand même plutôt bien. La partie ou elle se remémore avoir participé à une scène de torture de collabo est particulièrement intéressante, même si j'aurais aimé qu'elle développe davantage son sentiment, avec le recul, par rapport à ses actes.
“Sometimes I’m amazed I don’t die; a cold blade plunged deep into the living flesh, night and day, and you survive.”
Duras' writing has a kind of simplicity. It’s also highly stylized. Her style. Like no one else’s. Restrained. Also passionate.
The many violences of war, internal, external – they continue for some long after a war is officially over. Occupied France, liberated France – little distinction for Duras while she waited & waited to find out if her husband, arrested by the Gestapo, was alive or dead.
“War is a generality, so are the inevitabilities of war, including death.”
A Resistance fighter, there were times when she expected to be shot. Just around the corner there could be someone waiting for her. She also gave orders for bloodshed, interrogating a collaborator ruthlessly. She felt tenderly towards a member of the Militia whom she helped arrest. Duras writes of her contradictory self without explanation save to say, “It’s inevitable. Inevitable that you should feel drawn to some people and repelled by others.”
Though she says four of these stories are true & two are inventions, Duras seemed to invent the truths of her life as much as she recalled them. It doesn’t matter, really. What matters here is how she evokes the brutality of war, the fear, the many unknowns, & the inner chaos & brute strength of human feeling.
No creo recomendar este libro para iniciarse en la lecturas de Duras (mi caso, loool) porque se me hizo un poco pesado y difícil comprender toda la situación que relatan diarios que ni ella misma recuerda haber escrito; estos textos (algunos personales y otros ficticios) también fueron un manifiesto del dolor y el desespero que la autora estaba experimentando en pleno final de la Segunda Guerra Mundial, y creo que eso hace que la experencia lectora se torne un poco confusa.
Peeero pienso que alguien que vibre con la vida y la expresión artística de Marguerite Duras puede encontrar lo que Clara Janés, traductora de esta edición, encontró: un "libro sagrado". Honestamente me pone los pelos de punta pensar en los contrastes y contradicciones de la condición humana, del amor y de la resistencia, lo que hacemos por sentir aunque sea un poco de amor y comprensión...
No será lo último que lea de Duras. Muy buen libro, revolcador y como indica su título, doloroso.
Diari personal. El seu marit va ser deportat al camp de concentració de Dachau. Espera, dolor, esperança, silenci.. "Res. Un forat negre. No s'hi veu cap llum". - Res? - Res.