...
Show More
Hace un año exactamente, cuando me disponía a viajar por las vacaciones de agosto a las bellas tierras balcánicas, quise buscar algunas referencias en la literatura sobre aquellos países, especialmente después de haber visto el documental hecho por la BBC donde se reconstruye y se explica muy bien toda la guerra de los Balcanes; terrible como todas, pero especialmente aterradora para el pueblo bosnio (éste es el enlace de la primera parte del documental, para quien quiera verlo: https://www.youtube.com/watch?v=m_mH9...).
De lo poco que encontré en cuanto a literatura histórica, alcancé a leer dos libros antes y durante el viaje: el primero fue Yugoslavia, mi tierra, del autor esloveno Goran Vojnović —y del cual espero decir algunas cosas también, en su debido espacio—; el segundo fue este libro, Un puente sobre el Drina, del único Nobel bosnio Ivo Andrić, recibido justamente por esta obra, en mi opinión —y no sólo mía— magníficamente elaborada.
"En ese lugar en que el Drina surge con toda la fuerza de su masa de agua, verde y espumosa, de la cadena montañosa negra y escarpada cerrada en apariencia, se alza un gran puente de piedra tallado armoniosamente, con once arcos de amplia abertura.".
El puente es un puente de piedra real —entre otras cosas declarado patrimonio de la humanidad apenas en el 2007, poco después del fin de la guerra—, construido sobre el río Drina a su paso por la ciudad de Višegrad —a la cual por más que quise tristemente no pude visitar—, y que une como en Budapest las dos partes de la kasaba. Ivo nos cuenta como hace mucho mucho tiempo, cuando los Balcanes pertenecían al gran imperio turco, era muy común que desde la actual Turquía enviaran comisiones para capturar esclavos, sobre todo niños para entrenarlos y reclutarlos dentro de sus ejércitos, pero también hombres y mujeres que estuvieran en capacidad para trabajar. Mientras uno de esos niños cruzaba el turbio río Drina en una barca, sintió un malestar inmenso, un malestar que con el paso de los años no desaparecía, incluso después de haber olvidado su tierra natal, a su gente y a su religión, y hasta después de haber olvidado al mismo río Drina. Muchos años más tarde, cuando se había convertido él mismo en un gran Visir turco, decidió hacer desaparecer de una vez por todas aquel insolente malestar, y ordenó la construcción del gran puente.
A través del libro vemos como este puente, más allá de ser una antigua construcción, representa la unión de dos tierras de culturas muy diferentes, inicialmente entre la europea y la turca, y actualmente entre el mundo serbio ortodoxo y el bosnio musulmán. Es la historia de un testigo silencioso, que durante más de mil años ha sido testigo de las conversaciones más particulares, de generaciones de niños jugando y creciendo en la kapija; del paso de un sinfín de caravanas buscando un caravasar para pasar la noche, del paso de ejércitos hacia un lado y hacia el otro; de leyendas y de historias de amor, desamor y muerte, de día y de noche. Ivo nos cuenta la historia de los Balcanes vista a través de los años por los habitantes de una pequeña ciudad, y como fue presenciada y vivida por su habitante más antiguo: el puente sobre el Drina.
"Porque ese gran puente de piedra, una valiosa construcción de belleza sin igual como no tienen ciudades más ricas y más transitadas ('Sólo hay dos más así en el imperio', se decía antaño), es el único paso estable y seguro en todo el curso medio y alto del Drina y un eslabón indispensable en el camino que une Bosnia con Serbia y, más allá, a través de Serbia, con el resto de las provincias del imperio turco hasta Estambul...".
La prosa de Andrić es sencillamente encantadora, llegando a tener grandes fragmentos donde se siente profundamente lírica. Sin duda una de las obras históricamente más valiosas de Bosnia y de toda la región balcánica. Bosnia entre otras cosas es un magnífico país, con gente amable y sencilla, con musulmanes, católicos, ortodoxos y judíos viviendo en paz en una misma ciudad, y con un ambiente que me recordó a mi país Colombia en cuanto a su calidez y a la melancolía que puede hacer llegar a sentir.
Para quienes gusten del cine también, hay dos películas que conozco que enseñan las consecuencias de la guerra de los Balcanes:
- "Venuto al mondo", con Penélope Cruz. Realmente fuerte, vuelta 'e tuerca que llaman.
- "Maus" (de Netflix), no tan buena desde el punto de vista de dirección y de trama, pero sí una fuerte crítica simbólicamente política y que de todas maneras transmite la desesperación que puede producir una guerra como la sufrida por Bosnia.
¡Buena lectura!
De lo poco que encontré en cuanto a literatura histórica, alcancé a leer dos libros antes y durante el viaje: el primero fue Yugoslavia, mi tierra, del autor esloveno Goran Vojnović —y del cual espero decir algunas cosas también, en su debido espacio—; el segundo fue este libro, Un puente sobre el Drina, del único Nobel bosnio Ivo Andrić, recibido justamente por esta obra, en mi opinión —y no sólo mía— magníficamente elaborada.
"En ese lugar en que el Drina surge con toda la fuerza de su masa de agua, verde y espumosa, de la cadena montañosa negra y escarpada cerrada en apariencia, se alza un gran puente de piedra tallado armoniosamente, con once arcos de amplia abertura.".
El puente es un puente de piedra real —entre otras cosas declarado patrimonio de la humanidad apenas en el 2007, poco después del fin de la guerra—, construido sobre el río Drina a su paso por la ciudad de Višegrad —a la cual por más que quise tristemente no pude visitar—, y que une como en Budapest las dos partes de la kasaba. Ivo nos cuenta como hace mucho mucho tiempo, cuando los Balcanes pertenecían al gran imperio turco, era muy común que desde la actual Turquía enviaran comisiones para capturar esclavos, sobre todo niños para entrenarlos y reclutarlos dentro de sus ejércitos, pero también hombres y mujeres que estuvieran en capacidad para trabajar. Mientras uno de esos niños cruzaba el turbio río Drina en una barca, sintió un malestar inmenso, un malestar que con el paso de los años no desaparecía, incluso después de haber olvidado su tierra natal, a su gente y a su religión, y hasta después de haber olvidado al mismo río Drina. Muchos años más tarde, cuando se había convertido él mismo en un gran Visir turco, decidió hacer desaparecer de una vez por todas aquel insolente malestar, y ordenó la construcción del gran puente.
A través del libro vemos como este puente, más allá de ser una antigua construcción, representa la unión de dos tierras de culturas muy diferentes, inicialmente entre la europea y la turca, y actualmente entre el mundo serbio ortodoxo y el bosnio musulmán. Es la historia de un testigo silencioso, que durante más de mil años ha sido testigo de las conversaciones más particulares, de generaciones de niños jugando y creciendo en la kapija; del paso de un sinfín de caravanas buscando un caravasar para pasar la noche, del paso de ejércitos hacia un lado y hacia el otro; de leyendas y de historias de amor, desamor y muerte, de día y de noche. Ivo nos cuenta la historia de los Balcanes vista a través de los años por los habitantes de una pequeña ciudad, y como fue presenciada y vivida por su habitante más antiguo: el puente sobre el Drina.
"Porque ese gran puente de piedra, una valiosa construcción de belleza sin igual como no tienen ciudades más ricas y más transitadas ('Sólo hay dos más así en el imperio', se decía antaño), es el único paso estable y seguro en todo el curso medio y alto del Drina y un eslabón indispensable en el camino que une Bosnia con Serbia y, más allá, a través de Serbia, con el resto de las provincias del imperio turco hasta Estambul...".
La prosa de Andrić es sencillamente encantadora, llegando a tener grandes fragmentos donde se siente profundamente lírica. Sin duda una de las obras históricamente más valiosas de Bosnia y de toda la región balcánica. Bosnia entre otras cosas es un magnífico país, con gente amable y sencilla, con musulmanes, católicos, ortodoxos y judíos viviendo en paz en una misma ciudad, y con un ambiente que me recordó a mi país Colombia en cuanto a su calidez y a la melancolía que puede hacer llegar a sentir.
Para quienes gusten del cine también, hay dos películas que conozco que enseñan las consecuencias de la guerra de los Balcanes:
- "Venuto al mondo", con Penélope Cruz. Realmente fuerte, vuelta 'e tuerca que llaman.
- "Maus" (de Netflix), no tan buena desde el punto de vista de dirección y de trama, pero sí una fuerte crítica simbólicamente política y que de todas maneras transmite la desesperación que puede producir una guerra como la sufrida por Bosnia.
¡Buena lectura!