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La historia de amor es bella y la atmósfera acompaña, pero el estilo… lo siento, demasiada INTENSIDAD, demasiados llantos (en serio, el verbo llorar aparece en casi todas las páginas) y conversaciones de flipados. La Regenta era más avispada que los personajes de esta novela. Es como si la autora lo hubiera escrito realmente de adolescente en 1920 y no lo hubiera publicado hasta los 80-90.