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Esto va a ser una reseña un poco especial porque voy a intentar contar lo menos posible el argumento de este libro para así no destriparselo a nadie. ¿Por qué? Porque sinceramente este es un libro que se disfruta muchísimo más si vas a ciegas, sin ni siquiera leer la sinopsis del libro.
“La mejor forma de describir un cuento es contándolo, ¿entendéis? para describir una historia, a uno mismo, o a otros, uno tiene que contarla. Es un malabarismo y también un sueño. Cuanto más preciso sea un mapa, más se parecerá al territorio que representa. El mapa más preciso posible sería el del propio territorio, de este modo el mapa sería perfectamente preciso y perfectamente inutil. El cuento es el mapa que es el territorio. Tenedlo siempre presente”.
Me ha gustado muchísimo como la primera vez. La primera vez fue en el 2016 y lo descubrí por casualidad en una mini librería junto a otra de sus novelas “El océano al final del camino”, un cuento que aunque en un principio me costó pillarle el truco a Neil Gaiman una vez que lo hice se me abrió un mundo justo como me pasó con Sandman, Neverwhere o Good Omens.
Ahora vengo a reseñar esta obra maestra del señor Gaiman. ¿Saben cual es la sensación de llegar a una librería cualquiera y ver un libro que te hace ojitos pero no sabes por qué? Pues me pasó justo eso. No es que tuviera el título ni la portada más bonita del mundo. Tenía algo que yo decía que “tiene pinta de interesante”. Cogí su contraportada y adivinen. No decía absolutamente nada. Solo que había ganado un par de premios y críticas. Yo, viendo el panorama me dije, “igual no está tan mal” y con este título seguro que va y me gusta. Lo cogí y al poco tiempo lo empecé a leer.
He de admitir que no entendía nada de nada, tu ibas a ciegas igual que nuestro protagonista a lo largo de las páginas. Cuantas más preguntas te hacías menos respuestas recibías pero como dije había algo que te indicaba a seguir. Una vez que descubres el pastel tienes dos opciones: o lo amas o lo odias y yo claramente lo amé. Quien conoce como escribe Neil Gaiman sabrá que se caracteriza por unir la fantasía a la realidad y crear unas historias preciosas y esto es lo que hizo aquí. Sí, es cierto. Puede que hubiese momentos donde recayera un poco la acción pero estaba todo perfectamente encuadrado en la historia, cada detalle, cada personaje estaba colocado en un preciso instante por alguna razón. Además, dentro del libro no solo te explicaba una historia, la de Sombra y sus aventuras, sino que había también una serie de cuentos dentro de ellos que te hacía amar mucho más el libro.
Ahora mismo si tengo que ponerle alguna pega es que en parte se me hizo corto y es un libro autoconclusivo. A pesar de todo ello, no me arrepiento de poner 5 o 6 estrellas incluso 7 porque me encanta y sé que si lo vuelvo a leer dentro de un año lo voy a volver a amar como siempre.
“La mejor forma de describir un cuento es contándolo, ¿entendéis? para describir una historia, a uno mismo, o a otros, uno tiene que contarla. Es un malabarismo y también un sueño. Cuanto más preciso sea un mapa, más se parecerá al territorio que representa. El mapa más preciso posible sería el del propio territorio, de este modo el mapa sería perfectamente preciso y perfectamente inutil. El cuento es el mapa que es el territorio. Tenedlo siempre presente”.
Me ha gustado muchísimo como la primera vez. La primera vez fue en el 2016 y lo descubrí por casualidad en una mini librería junto a otra de sus novelas “El océano al final del camino”, un cuento que aunque en un principio me costó pillarle el truco a Neil Gaiman una vez que lo hice se me abrió un mundo justo como me pasó con Sandman, Neverwhere o Good Omens.
Ahora vengo a reseñar esta obra maestra del señor Gaiman. ¿Saben cual es la sensación de llegar a una librería cualquiera y ver un libro que te hace ojitos pero no sabes por qué? Pues me pasó justo eso. No es que tuviera el título ni la portada más bonita del mundo. Tenía algo que yo decía que “tiene pinta de interesante”. Cogí su contraportada y adivinen. No decía absolutamente nada. Solo que había ganado un par de premios y críticas. Yo, viendo el panorama me dije, “igual no está tan mal” y con este título seguro que va y me gusta. Lo cogí y al poco tiempo lo empecé a leer.
He de admitir que no entendía nada de nada, tu ibas a ciegas igual que nuestro protagonista a lo largo de las páginas. Cuantas más preguntas te hacías menos respuestas recibías pero como dije había algo que te indicaba a seguir. Una vez que descubres el pastel tienes dos opciones: o lo amas o lo odias y yo claramente lo amé. Quien conoce como escribe Neil Gaiman sabrá que se caracteriza por unir la fantasía a la realidad y crear unas historias preciosas y esto es lo que hizo aquí. Sí, es cierto. Puede que hubiese momentos donde recayera un poco la acción pero estaba todo perfectamente encuadrado en la historia, cada detalle, cada personaje estaba colocado en un preciso instante por alguna razón. Además, dentro del libro no solo te explicaba una historia, la de Sombra y sus aventuras, sino que había también una serie de cuentos dentro de ellos que te hacía amar mucho más el libro.
Ahora mismo si tengo que ponerle alguna pega es que en parte se me hizo corto y es un libro autoconclusivo. A pesar de todo ello, no me arrepiento de poner 5 o 6 estrellas incluso 7 porque me encanta y sé que si lo vuelvo a leer dentro de un año lo voy a volver a amar como siempre.