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Plata quemada (1997) es una novela de ritmo vertiginoso que trata sobre un hecho real, un asalto perpetrado en San Fernando, provincia de Buenos Aires, en el año 1965, en el que además de la banda participan algunos políticos y policías que cuentan con una parte del botín. El problema es que, durante la huida, los asaltantes deciden traicionar a estos socios y escapan con todo el dinero, provocando así una cacería que lleva a ambos bandos hasta Montevideo.
Es un relato que empieza con un baño de sangre y que termina de la misma manera. La razón por la cual este libro es palpitante es porque el autor utiliza una refinada técnica de montaje para describir lo que sucede. Prácticamente como en una película, la trama propiamente dicha se mezcla en secuencia feroz con la perspectiva interna y los recuerdos de los maleantes que la protagonizan. Esas historias personales en las que se sumerge el lector mientras sigue la caza a los villanos dejan en evidencia un mundo marginado en el que imperan la miseria y, como consecuencia de ella, la labilidad psíquica. Esos pasajes son chocantes pero a la vez fascinantes. El lenguaje es a veces bastante fuerte, bueno, en realidad, lleno de obscenidades que no sé si serán entendibles para los lectores que no estén familiarizados con el slang súper guarro de corte rioplatense.
Los diálogos entre los ladrones así como también el material histórico se basan en documentos originales del caso real y es precisamente el logrado entrecruzamiento de perspectivas múltiples del nivel de suceso y de recuerdos lo que constituyen el valor de este libro.
Todavía no tengo decidido si esta novela me gustó de verdad. Personalmente lo que más me atrapó fue la técnica del relato y la capacidad del autor para contar en tan pocas páginas una historia y meter de paso un análisis sociológico/psicológico bastante contundente.
Es un relato que empieza con un baño de sangre y que termina de la misma manera. La razón por la cual este libro es palpitante es porque el autor utiliza una refinada técnica de montaje para describir lo que sucede. Prácticamente como en una película, la trama propiamente dicha se mezcla en secuencia feroz con la perspectiva interna y los recuerdos de los maleantes que la protagonizan. Esas historias personales en las que se sumerge el lector mientras sigue la caza a los villanos dejan en evidencia un mundo marginado en el que imperan la miseria y, como consecuencia de ella, la labilidad psíquica. Esos pasajes son chocantes pero a la vez fascinantes. El lenguaje es a veces bastante fuerte, bueno, en realidad, lleno de obscenidades que no sé si serán entendibles para los lectores que no estén familiarizados con el slang súper guarro de corte rioplatense.
Los diálogos entre los ladrones así como también el material histórico se basan en documentos originales del caso real y es precisamente el logrado entrecruzamiento de perspectivas múltiples del nivel de suceso y de recuerdos lo que constituyen el valor de este libro.
Todavía no tengo decidido si esta novela me gustó de verdad. Personalmente lo que más me atrapó fue la técnica del relato y la capacidad del autor para contar en tan pocas páginas una historia y meter de paso un análisis sociológico/psicológico bastante contundente.