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Per te nacqui, per te ho la vita, per te morirò e per te muoio.
n “Demonios de rencor, de intolerancia, de imbecilidad. ¡Es detestable!” nAY, sí… el amor, en un sentido amplio que incluya la pasión y el deseo, puede ser un demonio temible y seductor y devastador y delicioso y corruptor y transgresor, y como tal afectará a varios de los protagonistas de esta gozosa novela. Un poder animal que Garcia Marquez encarna en dos negros: un negro, Judas Iscariote, que provocó la desgracia de Bernarda, madre de Sierva María, y una negra, una cautiva abisinia capaz de perturbar a los hombres hasta la locura con su sola desnudez.
n “«Ustedes tienen una religión de la muerte que les infunde el valor y la dicha para enfrentarla», le dijo. «Yo no: creo que lo único esencial es estar vivo».”nEl relato me ha parecido notable, un ejemplo impecable de la gran literatura del autor, pero entre tanto acierto de la novela hay una afirmación que no puedo dejar de comentar:
n “La incredulidad persiste más que la fe, porque se sustenta en los sentidos.” nNo son los sentidos la base más sólida para las creencias. Con absoluta coherencia y gran astucia, las religiones, al menos las más extendidas en la actualidad, siempre han repudiado los sentidos, como han repudiado la duda y la razón, siempre perjudiciales para sus negocios, beneficiándose de las grandes ventajas que para sus circunstancias tienen el dogma y la fe.
n “El Enemigo se vale mejor de nuestra inteligencia que de nuestros yerros.” nUna fe, su necesidad, su fortaleza, que, no obstante, bien puede explicar la razón pues se basa en claras necesidades humanas: la seguridad de la muerte, las penurias de la existencia, nuestro anhelo de inmortalidad, de felicidad junto a los seres queridos que ya no están, de una justicia implacable que por fin castigue las culpas y recompense los méritos. Una fe que se hace inexpugnable ante cualquier ataque, que se blinda herméticamente contra toda razón.
n “Las barajas del Señor no son fáciles de leer.” n
n “Kein Verrückter ist verrückt, wenn man seine Gründe gelten lässt.”nDie Geschichte wird ins Rollen gebracht als Sierva María, die zwölfjährige Tochter des Marqués de Casalduero, auf dem Markt von einem tollwütigen Hund in den linken Knöchel gebissen wird. Der Arzt, den der besorgte Vater konsultiert, gibt das Kind auf. Es solle zu Hause sterben.