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"Qué pasaría si es el término operativo para muchos de estos cuentos", dice Ray Bradbury en su prólogo llamado "Bailando para no estar muerto", escrito en 1997 para la reedición de este libro y es verdad.
Todo lo que leemos en ellos tienen implícito ese gran interrogante.
Ray Bradbury, uno de mis escritores preferidos por su brillante y genuina narrativa, siempre me enseña, me deslumbra y es por ello que lo admiro tanto.
Siendo autodidacta desde niño, no necesitó estudiar ninguna carrera de letras, se formó leyendo diez horas por día en bibliotecas públicas, comenzando por la de su pueblo, el ignoto Waukegan en Illinois para transformarse en uno de los padres fundacionales de la ciencia ficción y un ejemplo para muchos autores con el correr de las décadas. Todo lo que se desprende de su pluma es pura y verdadera magia.
Desde la publicación de sus míticas "Crónicas Marcianas" allá por 1951 que lo posicionan en el candelero literario hasta esa novela fabulosa y brillante llamada "Fahrenheit 451" y a partir de muchísimos libros de cuentos y novelas, la figura de Bradbury fue agigantándose hasta transformarse en un modelo a seguir para aquellos entusiastas escritores que quisieron probar suerte con la ciencia ficción.
Su amor por el planeta Marte y su avidez de conocimiento del espacio y el universo fueron determinantes para transformar su mente en una verdadera usina generadores de fantásticos cuentos de ciencia ficción con la particularidad de que siempre supo mostrar el costado humano ante la tecnología, la ciencia y el espacio, y especialmente de cómo estos elementos afectan (muchas veces de manera adversa) a las personas.
En los dieciocho cuentos que conforman "El hombre ilustrado", Bradbury destila magia, aventuras, acción, pero también reflexión, recogimiento, planteos y dudas. Nos hace pensar seriamente, más allá de cohetes espaciales o visitante marcianos, quiénes somos y cómo nuestra naturaleza humana nos define y condiciona.
Estos cuentos, además de ser muy variados en sus temáticas, tienen los ingredientes exactos para no aburrir el lector sino todo lo contrario: atraerlo para llegar al final.
Independientemente de otros grandes expositores del género como lo son Isaac Asimov, Philip K. Dick, Arthur C. Clarke, o Úrsula le Guin, este gran autor descolla por su permanente apuesta al humanismo versus la fría tecnología.
Anticipando la realidad virtual, tan habitual en nuestros tiempos, nos encontramos con el escalofriante relato llamado "La pradera". Esas pantallas son tan reales. Lo que sucede en la habitación de esos niños, recreando tan vívidamente la vida salvaje del África culminará en un verdadero frenesí de locura que atrapará a sus padres.
Tenemos el caso del cuento "Calidoscopio", con esos astronautas cayendo por el espacio luego de la explosión de su cohete. En el le damos una atenta mirada a la pequeñez que somos los seres humanos en el vasto universo.
Un gran cuento de este libro se titula "El otro pie", y debido a él Bradbury tuvo una gran resistencia por parte de mucha gente porque este cuento, que parece conectar con el cuento "Un camino a través del aire" de "Crónicas marcianas" dado que el autor enfrenta al racismo, subiendo la apuesta: se pone del lado de los negros (consideremos lo que sucedería en los Estados Unidos en la década siguiente), los defiende y a su vez nos enseña a que no debería existir ningún tipo de diferencia alguna entre los seres humanos.
Un grupo de astronautas es enloquecido por una lluvia interminable y devastadora en "La larga lluvia". Aquí es donde más afianza Bradbury el impacto psicológico que ese elemento les genera a sus personajes.
Si algo caracterizó a Bradbury fueron su constante alegatos en contra la guerra y la utilización de las bombas que tanto daño causaron en la población desde las que cayeron en Hiroshima y Nagasaki, pasando por el napalm destructor de los norteamericanos en Vietnam como en eso que se llamó "Guerra Fría", con su constante amenaza latente de una inminente guerra entre Rusia y los Estados Unidos. El grito discordante de estos alegatos pueden sentirse claramente en los cuentos "La larga lluvia" y "El zorro y el bosque" y tienen una efecto notable en el cuento "La mezcladora de cemento".
O tal es el caso de la pareja que espera "La última noche del mundo", un cuento corto cargado de una tensión psicológica notable que pasa del personaje al lector en el que Bradbury nos plantea la inquietud de cómo reaccionaríamos si eso pasara.
"Los desterrados" es para mí el mejor relato del libro. Simplemente brillante y solo podría salir de su inventiva genial. Las brujas de Hécate, Edgar Allan Poe, William Shakespeare, Charles Dickens y Ambrose Bierce, que han sido algunos de los escritores que Bradbury tanto admiraba son homenajeados en este relato brillante.
La trama argumental gira alrededor de que los autores se han refugiado en Marte porque saben que en el año 2020 se ha dictado una ley en la Tierra que primero prohibió sus libros fueran leídos para luego disponer que se quemen. Una vez destruido el último libro, el autor desaparece para siempre. De esta manera los autores, liderados por Poe se proponen asustar a los astronautas que aterrizan en Marte para quemar los últimos doscientos libros. Con hechizos y conjuros lucharán por no desaparecer.
Este cuento se relaciona directamente con Fahrenheit 451, dando la impresión que puede haber servido como inspiración para ampliar el concepto en su novela.
En cuentos como "Una noche o una mañana cualquiera" o "El hombre del cohete", Bradbury expone la cuestión de como el espacio afecta a los hombres sean astronautas o residentes en Marte. Desnuda nuestra precaria condición humana y obviamente nos deja pensando. A punto tal que terminamos dándole la razón.
"Marionetas S. A." es otro de los mejores cuentos del libro. Corto, pero de una intensidad apasionante acerca de un robot creado exactamente igual a la persona original por una empresa y que posee un final digno de Edgar Allan Poe.
"Casas inteligentes", al igual que en el cuento "La pradera" nos vuelve a mostrar el tema de los avances tecnológicos, mientras que en el otro cuento las enormes pantallas virtuales son el eje central, aquí es una ciudad inteligente, casi viva y en estado de alerta la que actuará en contra de astronautas que llegan de la Tierra, pero que para ella son los intrusos. Nuevamente el final es impactante.
El escalofriante cuento "La hora cero" alterna entre inocentes niños y una invasión marciana con una reminiscencia a la novela "El señor de las moscas". La forma en que los niños se transforman en auténticos objetos malvados y ominosos crea una auténtica atmósfera de suspenso y terror culminado de manera infartarte.
El cuento más bello del libro de llama "El cohete", en el que un pobre chatarrero que nunca pudo viajar a Marte construye un cohete de aluminio para hacerle creer a sus hijos que hará un viaje real. En este cuento Bradbury apunta a las cosas bellas de la vida, que son precisamente las más pequeñas y a la vez más importantes como el amor hacia nuestros hijos. Este relato está adornado de una dulzura especial y logra que uno como lector nunca se olvide de él.
Para el final, nos encontraremos con el cuento que le da el título al libro, de características terroríficas, en el que un hombre enfrentará su destino a partir de que una vieja bruja le llena el cuerpo de tatuajes que cobran vida. Ese hombre ilustrado es el que se encuentra el narrador sin nombre al principio del libro y de él se desprenden estas maravillosas y sorprendentes historias.
Dijo Ray Bradbury: "Espero encontrarme con H. G. Wells o tener la compañía de Jules Verne. Cuando trabajo en un espacio viviente entre los dos, entro en éxtasis."
Dichosos nosotros los lectores que tenemos la inmensa suerte de disfrutar de semejante éxtasis leyendo libros como este.
Todo lo que leemos en ellos tienen implícito ese gran interrogante.
Ray Bradbury, uno de mis escritores preferidos por su brillante y genuina narrativa, siempre me enseña, me deslumbra y es por ello que lo admiro tanto.
Siendo autodidacta desde niño, no necesitó estudiar ninguna carrera de letras, se formó leyendo diez horas por día en bibliotecas públicas, comenzando por la de su pueblo, el ignoto Waukegan en Illinois para transformarse en uno de los padres fundacionales de la ciencia ficción y un ejemplo para muchos autores con el correr de las décadas. Todo lo que se desprende de su pluma es pura y verdadera magia.
Desde la publicación de sus míticas "Crónicas Marcianas" allá por 1951 que lo posicionan en el candelero literario hasta esa novela fabulosa y brillante llamada "Fahrenheit 451" y a partir de muchísimos libros de cuentos y novelas, la figura de Bradbury fue agigantándose hasta transformarse en un modelo a seguir para aquellos entusiastas escritores que quisieron probar suerte con la ciencia ficción.
Su amor por el planeta Marte y su avidez de conocimiento del espacio y el universo fueron determinantes para transformar su mente en una verdadera usina generadores de fantásticos cuentos de ciencia ficción con la particularidad de que siempre supo mostrar el costado humano ante la tecnología, la ciencia y el espacio, y especialmente de cómo estos elementos afectan (muchas veces de manera adversa) a las personas.
En los dieciocho cuentos que conforman "El hombre ilustrado", Bradbury destila magia, aventuras, acción, pero también reflexión, recogimiento, planteos y dudas. Nos hace pensar seriamente, más allá de cohetes espaciales o visitante marcianos, quiénes somos y cómo nuestra naturaleza humana nos define y condiciona.
Estos cuentos, además de ser muy variados en sus temáticas, tienen los ingredientes exactos para no aburrir el lector sino todo lo contrario: atraerlo para llegar al final.
Independientemente de otros grandes expositores del género como lo son Isaac Asimov, Philip K. Dick, Arthur C. Clarke, o Úrsula le Guin, este gran autor descolla por su permanente apuesta al humanismo versus la fría tecnología.
Anticipando la realidad virtual, tan habitual en nuestros tiempos, nos encontramos con el escalofriante relato llamado "La pradera". Esas pantallas son tan reales. Lo que sucede en la habitación de esos niños, recreando tan vívidamente la vida salvaje del África culminará en un verdadero frenesí de locura que atrapará a sus padres.
Tenemos el caso del cuento "Calidoscopio", con esos astronautas cayendo por el espacio luego de la explosión de su cohete. En el le damos una atenta mirada a la pequeñez que somos los seres humanos en el vasto universo.
Un gran cuento de este libro se titula "El otro pie", y debido a él Bradbury tuvo una gran resistencia por parte de mucha gente porque este cuento, que parece conectar con el cuento "Un camino a través del aire" de "Crónicas marcianas" dado que el autor enfrenta al racismo, subiendo la apuesta: se pone del lado de los negros (consideremos lo que sucedería en los Estados Unidos en la década siguiente), los defiende y a su vez nos enseña a que no debería existir ningún tipo de diferencia alguna entre los seres humanos.
Un grupo de astronautas es enloquecido por una lluvia interminable y devastadora en "La larga lluvia". Aquí es donde más afianza Bradbury el impacto psicológico que ese elemento les genera a sus personajes.
Si algo caracterizó a Bradbury fueron su constante alegatos en contra la guerra y la utilización de las bombas que tanto daño causaron en la población desde las que cayeron en Hiroshima y Nagasaki, pasando por el napalm destructor de los norteamericanos en Vietnam como en eso que se llamó "Guerra Fría", con su constante amenaza latente de una inminente guerra entre Rusia y los Estados Unidos. El grito discordante de estos alegatos pueden sentirse claramente en los cuentos "La larga lluvia" y "El zorro y el bosque" y tienen una efecto notable en el cuento "La mezcladora de cemento".
O tal es el caso de la pareja que espera "La última noche del mundo", un cuento corto cargado de una tensión psicológica notable que pasa del personaje al lector en el que Bradbury nos plantea la inquietud de cómo reaccionaríamos si eso pasara.
"Los desterrados" es para mí el mejor relato del libro. Simplemente brillante y solo podría salir de su inventiva genial. Las brujas de Hécate, Edgar Allan Poe, William Shakespeare, Charles Dickens y Ambrose Bierce, que han sido algunos de los escritores que Bradbury tanto admiraba son homenajeados en este relato brillante.
La trama argumental gira alrededor de que los autores se han refugiado en Marte porque saben que en el año 2020 se ha dictado una ley en la Tierra que primero prohibió sus libros fueran leídos para luego disponer que se quemen. Una vez destruido el último libro, el autor desaparece para siempre. De esta manera los autores, liderados por Poe se proponen asustar a los astronautas que aterrizan en Marte para quemar los últimos doscientos libros. Con hechizos y conjuros lucharán por no desaparecer.
Este cuento se relaciona directamente con Fahrenheit 451, dando la impresión que puede haber servido como inspiración para ampliar el concepto en su novela.
En cuentos como "Una noche o una mañana cualquiera" o "El hombre del cohete", Bradbury expone la cuestión de como el espacio afecta a los hombres sean astronautas o residentes en Marte. Desnuda nuestra precaria condición humana y obviamente nos deja pensando. A punto tal que terminamos dándole la razón.
"Marionetas S. A." es otro de los mejores cuentos del libro. Corto, pero de una intensidad apasionante acerca de un robot creado exactamente igual a la persona original por una empresa y que posee un final digno de Edgar Allan Poe.
"Casas inteligentes", al igual que en el cuento "La pradera" nos vuelve a mostrar el tema de los avances tecnológicos, mientras que en el otro cuento las enormes pantallas virtuales son el eje central, aquí es una ciudad inteligente, casi viva y en estado de alerta la que actuará en contra de astronautas que llegan de la Tierra, pero que para ella son los intrusos. Nuevamente el final es impactante.
El escalofriante cuento "La hora cero" alterna entre inocentes niños y una invasión marciana con una reminiscencia a la novela "El señor de las moscas". La forma en que los niños se transforman en auténticos objetos malvados y ominosos crea una auténtica atmósfera de suspenso y terror culminado de manera infartarte.
El cuento más bello del libro de llama "El cohete", en el que un pobre chatarrero que nunca pudo viajar a Marte construye un cohete de aluminio para hacerle creer a sus hijos que hará un viaje real. En este cuento Bradbury apunta a las cosas bellas de la vida, que son precisamente las más pequeñas y a la vez más importantes como el amor hacia nuestros hijos. Este relato está adornado de una dulzura especial y logra que uno como lector nunca se olvide de él.
Para el final, nos encontraremos con el cuento que le da el título al libro, de características terroríficas, en el que un hombre enfrentará su destino a partir de que una vieja bruja le llena el cuerpo de tatuajes que cobran vida. Ese hombre ilustrado es el que se encuentra el narrador sin nombre al principio del libro y de él se desprenden estas maravillosas y sorprendentes historias.
Dijo Ray Bradbury: "Espero encontrarme con H. G. Wells o tener la compañía de Jules Verne. Cuando trabajo en un espacio viviente entre los dos, entro en éxtasis."
Dichosos nosotros los lectores que tenemos la inmensa suerte de disfrutar de semejante éxtasis leyendo libros como este.