Community Reviews

Rating(4.1 / 5.0, 99 votes)
5 stars
35(35%)
4 stars
36(36%)
3 stars
28(28%)
2 stars
0(0%)
1 stars
0(0%)
99 reviews
April 17,2025
... Show More
Dear Herzog, Dear Bellow,
This book 'bout the fellow
Down-trodden, seems awfully bleak.
His life's done to Hell, lo
His skin's turned all yellow,
So what is there for him to seek?

Dear Moses, Dear Saul,
Where's gone your wherewithal?
It would seem that you've gone quite astray.
Lost two wives in all,
And your child: a lost doll,
Is it true "every dog has his day"?

Dear lover, Dear debtor,
Forgive me this letter,
I think I have quite lost my marbles!
I swear I'll get better,
Perhaps its the weather
That's making my life all fits and garbles?

Dear reader, Dear friend,
When you've reached the dear end
of youth, take my word you will wonder!
About what you misspend
On a once lady friend,
And you'll say to yourself "what a blunder!"

April 17,2025
... Show More
I believe this is the third Saul Bellow book, that I have read, after Augie March and Henderson.

Say what you might about the man and his stories, but of all the great writers that this country produces, Saul Bellow, remains among its’ top tier.

Few can write as well as he can.

The story is about his doppelganger, Moses Herzog, originally from Canada, with much of his life spent in Chicago and New York, the Berkshires.

It takes place during the mid-nineteen sixties. Herzog is a good-looking man and an author and a college Professor.

He understands that intellect does not provide liberty or clarity, rather it becomes a deceptively challenging and solitary cell.

Chasing skirts becomes his drug of choice, if only to temporarily disconnect himself from permanent sagacity, a chronic disease not easily remedied by medication or private interludes with intelligent and independent women, as is his wont.

This is as much a story of Mr. Bellow’s life as it is of Herzog. Married and divorced four times, with female admirers throughout his academic career, you may decipher the context and predicaments of this novel.

His writing is to be as admired as much as the hung products of one who uses a brush extraordinarily to communicate with future museum goers.

He is not a one-trick-pony and much of his literary production covers different aspects of the mind, person, and the outlook of his characters, all disparate from Herzog, and so far, all revealing another aspect of this brilliant writer’s mind.
April 17,2025
... Show More
"If I am out of my mind, it's all right with me, thought Moses Herzog"

O que é afinal a sanidade, Moses Herzog? Muitos agarramo-nos a esta construção mental, esquecendo-nos que se trata apenas de algo intangível e difuso. A realidade é que, por muito que nos esforcemos (a não ser quando uma abstração se metamorfoseia em ação), um conceito nunca chega a ganhar corpo e a materializar-se. E eis que nos deparamos com a maior das vicissitudes, que daqui dimana- Na eventualidade de nos confrontarmos com o precipício das ideias, não temos nenhuma concretude onde nos possamos segurar e erguer.

Não quero com isto dizer que as abstrações não são importantes. São-no, claro. As ideias podem até ser o sustentáculo de tudo. O verdadeiro desafio está em encontrar, dentro deste manancial inesgotável de abstrações, aquelas que melhor nos acudirão na iminência da queda. Até porque, convenhamos, é mais fácil escolhermos- entre 4 ideias- uma por onde nos agarrarmos, do que procurar guarida numa enciclopédia. Cingirmo-nos à essência, talvez seja esse o trilho. Contrariar a compulsão de coleccionar ideias raquíticas e evitar a vertigem do obsoletismo teórico.
Quem sabe se não comece a prestar mais atenção àqueles filósofos inconscientes, quando me pulverizam com a sentença “Na teoria isso resulta, mas na prática…”. "Ah, já não posso ouvir este gajo." rumino tantas vezes, ainda que, lá bem no âmago do meu consciente, saiba que eles têm razão. Aliás, é precisamente por isso que fico ainda mais exasperado- A razão pesa.

Entrevista a Saul Bellow:
Reporter: For 300 hundred pages, he (Herzog) has spoken about philosophy. At times you look like a disguised philosopher, not a writer.

Bellow: Yes, I know. But if you read it closely, you will see that it's all subversive. That is to say- it's all a joke. If your wife lives you, do you start pulling Espinoza and Hegel of the shelf to find out why she did it, or what you should do now? Where are you going to find the text for this? So, in a way, it really is sort of a comic comment on our devotion to theory. There is nothing wrong with theory, but the fact is: We need to know what to get rid of. Because, these encumbrances of thought are killing us. We believe we're really thinking, but we're not. So, what we need is the core."

Bellow era um escritor virtuoso. Daqueles que tinha algo a dizer, mas sem a presunção de querer ter algo a dizer.

Quanto a mim, não aprendi nada. Fecho este livro e hei de procurar outro. Algum que me permita compilar ideias que me servirão de pouco- ou, a bem dizer, de nada- para lidar com a aspereza da vida, mas que, por certo, me continuarão a entreter enquanto por cá perambulo.
April 17,2025
... Show More
¿Qué harías si tu vida se desmoronara y lo único que te quedara fueran cartas que nunca enviarás?

Moses Herzog escribe compulsivamente. A familiares, amigos, enemigos, filósofos, presidentes, hasta a Dios. Pero no envía ninguna carta. Mientras su vida se desmorona —su matrimonio acabado, su carrera en ruinas, su mente tambaleándose al borde del colapso— se aferra a las palabras como quien intenta salvarse de un naufragio agarrado a un diccionario. Herzog, de Saul Bellow, no es solo la historia de un hombre en crisis, sino un torbellino de ideas, humor, tristeza y lucidez brutal.

Pero Herzog no es solo un hombre en crisis. Es un tipo que ha convertido su desastre en una obra de arte, un intelectual atrapado en la telaraña de su propia mente. Su ex esposa lo dejó por su mejor amigo, lo que más bien suena a una tragedia griega, pero lo que realmente le duele no es perderla. Lo que lo destroza es que no tiene ni puñetera idea de cómo seguir. Se ve a sí mismo como el último filósofo, pero lo que en realidad está haciendo es una gran cantidad de ruido mientras su vida se deshace como un rompecabezas incompleto. En lugar de actuar, escribe cartas: reflexiona sobre el amor, la traición, la filosofía, la religión, la historia. Se dirige a Freud, a Nietzsche, a Eisenhower, a cualquiera que pueda ayudarlo a entender en qué momento todo se jodió.

A lo largo de la novela, lo seguimos en un recorrido por su pasado y presente, en un viaje que es tanto físico como mental, mientras intenta reconstruirse a sí mismo.
”Tenía hecha la maleta. Cerró las ventanas cuidando de echar las persianas. Sabía que, cuando regresara de estas vacaciones de soltero, su piso olería más a rancio que nunca. Dos matrimonios, un hijo, una hija, y se marchaba ahora para disfrutar de unas vacaciones de absoluto descanso. Era esto un poco absurdo. Resultaba penoso para sus sentimientos familiares judíos el que sus hijos tuvieran que criarse separados de él. Pero no podía remediarlo. ¡Al mar! ¡Al mar! Iba a una bahía; porque aquello entre East Chop y West Chop no era propiamente el mar; el agua estaba en calma. El verdadero mar es otra cosa.
Salía por fin, y encima llevaba la tristeza de su vida solitaria. Respiró a fondo pero tuvo que contener su aliento. «¡Por amor de Dios, no llores, idiota! Vive o muérete, pero no lo estropees todo».”
Pero las cartas de Herzog no son simples desahogos, son un laberinto. Un viaje a través de su mente que mezcla pasado y presente, ideas brillantes y desvaríos febriles. No sigue un orden lógico, pero ¿acaso la mente lo hace? Y es que leer Herzog es como estar atrapado en la cabeza de Herzog, pero de la peor forma posible: todo el caos, todo el desvarío. Es su mente desbordada, un río de pensamientos que no se detienen. Pero en medio de todo ese ruido, hay destellos de claridad. Momentos fugaces en los que algo se acomoda, solo para desmoronarse otra vez. Bellow nos obliga a sumergirnos en ese torbellino mental, pero lo hace con tal maestría que, incluso en el caos, encuentras algo que te hace pensar: ‘Esto tiene sentido... en algún nivel extraño’.

Y, claro, aquí viene la gran pregunta: ¿de qué está hecha una gran novela? Pues de frases que te sacuden, de personajes que parecen más vivos que la gente real, de un humor que se mezcla con la tragedia. Bellow nos mete en la mente de Herzog con una intensidad que abruma. La narración fluye como un torrente: un pensamiento lleva a otro, un recuerdo irrumpe sin previo aviso, una idea brillante aparece en medio del caos. No hay pausas, no hay respiros. Es la conciencia humana destilada en prosa.

Bellow retrata con una ironía feroz a un hombre que lo sabe todo sobre el pensamiento humano… y nada sobre la felicidad. Pero, ¿de qué le sirve tanta lucidez? Hay algo trágico y brillante en esto: un hombre que puede debatir con Nietzsche, citar a Spinoza y discutir con Heidegger en su cabeza, pero no tiene ni idea de cómo arreglar su vida. Cuando su mundo se derrumba, sus conocimientos son inútiles, su intelecto no lo salva de la humillación ni del desamor. Bellow se burla (con cariño y mala leche) del intelectual atrapado en su propia cabeza, incapaz de aplicar su sabiduría al caos real.

Pero lo que hace que Herzog sea una novela descomunal no es solo su estilo. Es la forma en que Bellow convierte lo ordinario en extraordinario, lo banal en filosófico, lo trágico en cómico. Su escritura está tan viva que cada página vibra. Tal vez por eso Herzog se siente tan real: Bellow no lo inventó, lo destiló de su propia vida. No es solo ficción, es un ajuste de cuentas personal disfrazado de novela. Y eso se nota en cada página, en cada arrebato de furia, en cada frase que suena como si su autor la hubiera escrito con el pulso acelerado. Puedes sentir la furia contenida en las cartas de Herzog, su dolor, su ironía afilada como una cuchilla. Porque sí, Herzog es un hombre en ruinas, pero sigue siendo un tipo brillante. Incluso cuando está hundido, sigue lanzando frases que harían que cualquier otro escritor se muerda los labios de envidia.

Si Herzog enviara sus cartas, ¿su vida cambiaría? ¿O el acto de escribir es suficiente? Esa es la pregunta que nos deja Bellow. La vida de Herzog está hecha un desastre, pero quizás también lo está la de todos nosotros, en mayor o menor medida. La diferencia es que él lo encara con palabras. Y tal vez, solo tal vez, eso sea lo que lo salva.

Pero no es solo la historia de un hombre en crisis. Es la historia de una época que se desmorona. Los años 60 están aquí, latiendo en el fondo: un mundo que avanza a toda velocidad, mientras Herzog se queda atascado en sus propias ruinas. La novela es un reflejo de esa fractura entre el pasado y el futuro, entre el intelectual clásico y un mundo que ya no tiene paciencia para los pensadores atormentados

Leer a Bellow es como leer a Philip Roth, pero con más tormentas mentales y menos humor absurdo. Bellow tiene esa misma capacidad para desnudarte el alma de sus personajes, pero lo hace con una intensidad que te arrastra hacia lo más oscuro de la mente humana, sin necesidad de bromas pesadas. Si Roth te hace ver la vida a través de la culpa y la sexualidad, Bellow te muestra cómo la inteligencia puede ser tu peor enemigo, cómo el conocimiento se convierte en una prisión de dudas existenciales. En cierto sentido, es como si Roth se quedara atrapado en una habitación y Bellow fuera el tipo que te lleva al abismo mientras te habla de todo lo que has temido, pero sin dejar de ser completamente humano.

Así que ahí tienes. Una novela que no solo se lee, sino que se vive. Un huracán literario que nos recuerda que la conciencia humana es un espectáculo caótico, trágico y glorioso. Si Herzog fuera solo un drama existencial, sería insoportable. Pero Bellow lo convierte en una tragicomedia feroz. Herzog se lamenta, se enoja, se hunde… y, sin embargo, no deja de hacernos reír. Su miseria está llena de ironía, de observaciones tan mordaces que te hacen sonreír aunque duelan. Es la vida misma: absurda, ridícula y profundamente humana. Hay algo ferozmente divertido en su desgracia: un hombre en crisis que se enreda en sus propias palabras, que lanza pensamientos brillantes mientras su vida se derrumba. Bellow convierte la tragedia en comedia sin perder un ápice de profundidad.

¿Ahora entiendes por qué le dieron el Nobel?
April 17,2025
... Show More
Moses Herzog è un uomo che straparla, risentito, spinto al limite del pazzoide e che sa essere divertente. «Se sono matto per me va benissimo», è così che comincia il libro. Risentito verso la sua seconda moglie, Madeleine, che l’ha tradito con il suo migliore amico, «Madeleine non era semplicemente una moglie ma un programma educativo». Dapprima Herzog sembra confinato in uno stato di solipsismo fatto di morti celebri, come Spinoza, a cui scrive abbozzi di lettere. Tutto il romanzo ha in sé, annidata tra le righe, molta poesia. È ciò che rende Herzog un romanzo ancora straordinario; cercano in molti di dirgli come vivere e lui lascia fare, «farsi rimproverare è meglio di niente. Perlomeno tiene compagnia». Verso la metà del libro (la parte migliore) si sofferma a ricordare l’incontro con Madeleine, le vicende che porteranno al tradimento, le amanti che in seguito lo salveranno, la giapponese Sono e l’attuale Ramona che lo tira su con affettuosa sensualità: «Moses! tu sei chimicamente giovane». Herzog è uomo dalla follia brillante altrimenti il libro non reggerebbe per 500 pagine. Molte elucubrazioni vengono rese digeribili dal suo spirito divagante. Pagine e pagine di vera poesia descrittiva, ecco le righe in cui si parla di Sono: «Aveva un cuore tenero, ed Herzog sapeva che se le avesse scritto di come era triste la sua vita, di sicuro si sarebbe messa a piangere. Aveva le lacrime istantanee. Le comparivano negli occhi in un modo tutto loro, senza i soliti preliminari occidentali [...] Una volta cercò di spiegarmi che la terra e i pianeti venivano risucchiati dal sole per mezzo di una stella che stava passando. Come se un cane, trovandosi a trotterellare accanto a un cespuglio, mettesse in libertà dei mondi. E in questi mondi appariva la vita, ed entro quella vita, come noi – anime. E persino creature più strane di noi, diceva. A me piaceva ascoltarla, però non la capivo molto bene».
A Spinoza Herzog scrive: «Secondo lei i pensieri non casualmente collegati sono fonte di dolore. Trovo che risponda effettivamente a verità. L’associazione libera, quando l’intelletto è passivo, è una forma di schiavitù. O meglio, in quelle circostanze è possibile qualsiasi forma di schiavitù. Le può interessare sapere che nel ventesimo secolo si crede che l’associazione libera riveli i più profondi segreti della psiche».
April 17,2025
... Show More
Not really bowled over by this to be honest. I've never read any of his books before. Although he's a Canadian author technically his great American novel? Maybe I should explore his other books. Herzog for me writes too many letters which for me are an obstacle more than anything else even if they express his thoughts. I don't know whether to feel sorry for the guy but he gives me the impression that he's a bumbling fool. Although he's educated he's easily led and most of his female exploits are his downfall. Sorry at a risk of upsetting people but I wouldn't let Madeleine treat me like she treats him
April 17,2025
... Show More
Man, I just want to give Moses Herzog a hug. Any real review I could give would be a simple disservice to this wonderful novel, but this is one of the best stories I've read in a while, I genuinely didn't want it to be over as I was turning its last pages. Bellow's prose is beautiful, and I couldn't find a lazy sentence in the entire book. The characters are real and broken and loveable, and I will be sure to visit them again soon.
April 17,2025
... Show More
Herzog is an accomplished university professor (like Bellow himself) who is suffering through a midlife crisis. His second wife has left him for his best friend and the two of them have been spreading rumors that Herzog’s sanity has collapsed. He himself wonders if they’re right, and he tries to take stock of himself.

“Considering his entire life, he realized that he had mismanaged everything—everything. His life was, as the phrase goes, ruined. But since it had not been much to begin with, there was not much to grieve about.” Yet he is “overcome by the need to explain, to have it out, to justify, to put in perspective, to clarify, to make amends.”

He feeds this need by writing letters to everyone he can think of—not only family members, friends, and colleagues, but also to politicians, public figures, philosophers, and other intellectuals—both living and dead. Most of these letters are never sent. They serve more as a written record of Herzog’s thoughts, his internal monologue set down on paper.

Since Herzog is an academic, it is not surprising that his thoughts and letters are filled with intellectual analysis. He covers a wide range of topics and ideas. His letters “plunged and thundered with endless—infinite!—hungry, electrical power, stitching fabric with inexhaustible energy.” But he’s not sure that his analysis is getting him anywhere. “Was it a point of honor to explain myself to everyone? But how could I explain? I myself didn’t understand, didn’t have a clue.”

While all his letter-writing and self-analysis is going on, Herzog is also involved with a woman named Ramona. She is beautiful, exotic, sensual, and willing. But in his current state of mind, he can’t decide how much of himself to commit to her. He is too much in his head to be entirely in the moment in the real world.

Saul Bellow wrote that Herzog was meant to be a comic novel that made fun of pedantry. He “meant the novel to show how little strength ‘higher education’ had to offer a troubled man. In the end he is aware that he has had no education in the conduct of life ….” (Foreword to Allan Bloom’s The Closing of the American Mind.)

I can accept that description of the book. It does have numerous comic moments as well as insights into human nature and society. But Bellow’s satire of pedantry is itself too pedantic for my taste. Although I flatter myself that I’m fairly well educated, my familiarity with many of the ideas that Herzog references in his letters is limited. Maybe if I had spent more time with the book and done some research, I would have had a greater appreciation for Herzog’s/Bellow’s erudition. But not being willing to work that hard, I could have done with a little less analysis and a little more action.
April 17,2025
... Show More
"Se sono matto, per me va benissimo, pensò Moses Herzog".

(E come fai a recensirlo, un libro così? Bellow va a toccare certe corde che non ti sogneresti neanche, e in una maniera tutta sua. Dietro il personaggio di Moses Herzog si nasconde un mondo di contraddizioni, speranze, incertezze, follie, sentimenti: Herzog è tutto e l'opposto di tutto, e come personificazione di questo tutto rappresenta un po' anche noi. Herzog è un "esperto di quel dolore che vibra di sentimento" [Philip Roth, Rereading Saul Bellow], un folle che si aggira in un mondo ancora più folle, uno studioso che si divide fra genio e assurdità, fra dolori e gioie, che scappa dalle braccia di una donna in quelle di un'altra donna, che si comporta clownescamente nei momenti più seri e che cupamente risponde a quelli più leggeri, "Herzog [...] è il Leopold Bloom della letteratura americana" [ibid.] e come il Bloom joyciano sfugge completamente a quella logica letteraria che vuole i suoi protagonisti inquadrati in una sola categoria. Herzog è il personaggio che esce dal libro e che vive di vita propria, che pensa come una persona reale, e che come tale non ha alcun limite: Herzog sopravvive alla lettura del libro che lo vede protagonista, tanto che lo immaginiamo ancora seduto a una vecchia tavola, in una casa sperduta nella campagna del Massachusetts, impegnato a scrivere lettere a chiunque voglia (o non voglia) ascoltarlo, dalla ex-moglie al presidente Eisenhower, da Heidegger all'amante, dai figli alla madre defunta, da Nietzsche a Dio — che siano vivi, morti, reali o immaginari, per Herzog l'importante è colmare tutto il suo vuoto interiore, tutti i suoi dubbi, tutto il suo naufragare, con delle lettere che mai verranno imbucate né, tantomeno, riceveranno risposta).

"In quel momento non aveva messaggi per nessuno. Nulla. Non una parola".
April 17,2025
... Show More
Certain novels opened doors of wonder. This is one of them.
April 17,2025
... Show More
Untruth in her
troth sallowed
the language, sullied
a certain conjugation:
how she lied
as she lay with me.
Apparently her
monogamy was too
close to monotony.

From "Cuckoldom," B.J. Ward

"A man is only as good as what he loves." Saul Bellow

While Herzog doesn't center on the misdeeds of Moses Herzog's second ex-wife and his former colleague/friend/her now-husband, Herzog's being shamelessly cuckolded by them has played a significant role in who Moses Herzog has come to be: an unstable college professor who over-thinks day-to-day things, generally struggles with his inner wonk, still suffers the torment of betrayal and seems overly, and understandably, fearful of relationships with women, given the failures of his prior relationships and his female troubles.

I chose the above quotes, I think, because recently I've unwittingly forced myself to confront the pain of cuckoldry and betrayal via fictional portrayals in a succession of novels I've read.

As the novel opens, Moses Herzog is a hot mess. He has been humiliated in the worst way imaginable and just gone through a divorce with the manipulative hussy. He is on the fence on whether to continue with a new relationship with an attractive and vivacious woman who happens to suffer nymphomania (a slight exaggeration). Herzog is a neurotic, 47-year-old Jewish professor, twice married and divorced with two kids, one by each ex-wife. I found it interesting that Bellow obviously took the name of his protagonist from the Jewish merchant Moses Herzog who played a small role in Joyce's Ulysses, which I am just now reading.

Herzog incessantly writes letter after letter after letter in a caffeinated romp over a variety of topics, all of which show his mental volatility. "If I'm out of my mind, it's all right with me, thought Moses Herzog." Bellow involves the reader in a dissection of Herzog's mind as the unbalanced professor comes to acknowledge and accept his problems, realizing his intellectual elitism and cerebral clutter are a form of bondage on his soul that he must break to get in touch with the "primordial person" within him and thus "achieve the experience of authentic being." As the novel progresses, Bellow transitions from an epistolary novel to a linear structure to show how Herzog's mind healing.

This surefooted, noetic examination of Moses Herzog--said to be Bellow's most autobiographical hero--is enjoyable and endearing. I must say that reading Herzog frayed my nerves a bit, though Bellow's other novels I've read have had the same effect.
April 17,2025
... Show More
“Se sono matto, per me va benissimo, pensò Moses Herzog.”
Il Mosè in questione, ben lontano dalla mitica funzione di conduttore e liberatore del popolo ebraico, come già si evince dall’incipit perfetto sopra riportato, è un essere umano a tutto tondo, contraddistinto da dubbi, eterne incertezze, contraddizioni. È in perenne bilico tra le scarse relazioni sociali che è riuscito a instaurare nella sua vita: due ex mogli, due figli nati dai matrimoni naufragati, un fratello affermato ma distante per via del suo ineccepibile piglio pragmatico, qualche donna di passaggio, un solo amico, un ex amico, qualche professionista di contorno. Lui stesso lo è, un accademico, un promettente studioso in gioventù , ora perso nel genio creativo dell’ennesima disquisizione filosofica. Herzog è un filosofo. Il filosofo dell’alienazione, il simbolo della condizione dell’uomo moderno, egli stesso“il significato sociale del Nulla”. Herzog è anche i suoi ricordi, quelli che cede a noi tramite l’espressione tangibile della sua quasi riuscita alienazione totale: scrive infatti a persone che ha conosciuto, ma talvolta scomoda anche illustri corrispondenti che naturalmente non corrispondono affatto o perché morti o perché distanti o più semplicemente perché impossibili. La comunicazione è dunque univoca, si realizza nell’atto materiale dello scrivere su carta delle epistole che, il più delle volte, ripercorrono una scialba biografia, altre volte sono invece la risposta a un meccanismo compulsivo che disseta l’alienato. È inoltre ebreo, fatto di non secondaria importanza che si riflette sul suo sentire, sul suo essere, sulla sua sconfinata conoscenza, specchio gentile di quella del suo demiurgo. Herzog è anche Bellow. Herzog è infine obbligato a essere se stesso, l’ennesimo uomo incapace di vivere perché “non è ancora esistito un individuo vero, capace di vivere, capace di morire. Soltanto ammalati, sciocchi e tragici, o lugubri e ridicoli, che a volte hanno persino sperato di arrivare all’ideale per mezzo d’un Miracolo, con la semplice forza del grande desiderio di arrivarci. Ma di solito costringendo l’intero genere umano a credere in loro con la prepotenza.”Herzog è un depressivo che mira all’edonismo, incapace di arrendersi al suo retaggio ebraico che potrebbe definitivamente schiacciarlo, o meglio sarebbe dire alienarlo. Herzog è infatti anche un ebreo in America, incapace di conformarsi, a prescindere. E poi Herzog è irrimediabilmente imbranato, fuori luogo, sprovveduto al punto tale da suscitare simpatia immediata, un pasticcione uomo-bambino, un cuore puro che lentamente, attraverso le lettere, cerca di ricostruire la sua coscienza frammentata, consapevole dell’unica verità del quale è certo: niente è comprensibile, meno che mai il proprio Io. A tutti è dato solo vivere nella menzogna e assecondarla, smettendo momentaneamente di scrivere lettere, anche perché esse possono restituire l’ennesima frammentazione, l’ennesimo episodio …

"L’uomo è cosa vana, cosa vana. Follia e peccato sono tutto il suo gioco”: il mantra biblico è sempre un utile monito per l’ebreo senza patria che alla fine accetta di buon grado di abitare da inquilino il suo Io.

Personaggio memorabile e imperdibile.
Leave a Review
You must be logged in to rate and post a review. Register an account to get started.