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4 ⭐️ / 5⭐️
Después de 80 años, finalmente pude terminar este libro. Me tomó tanto tiempo porque lo empecé a leer en la peor etapa de un estudiante de Letras: en época de parciales. Cuando empiezan los parciales es una seguidilla tortuosa que se convierte en tener que preparar finales y lo último que uno quiere hacer es sentarse a leer más libros, aunque sean por placer.
La primera cosa que encuentro como positiva de este libro son los relatos. Uno entra a este libro sabiendo que aquello que está por leer son simplemente vivencias de personas relacionadas con ciertos temas: la muerte, los animales, los sueños, meditaciones, entre otros. Es decir, no son cuentos complejos y que requieren mucha atención o análisis profundo. Por lo tanto, fue una lectura que encajó perfecto con la época en la que lo empecé a leer.
Otro aspecto destacable es la sensibilidad litetararia de Paul Auster que logró recopilar narraciones de lo más especulares. Hay algunas que son tan impresionantes e imposibles, que por momentos te dejás llevar y te olvidás que estás leyendo algo que se supone que pasó de verdad. Recordás que es real cuando llegás al final y te encontrás con el nombre de la persona que lo vivió.
Como sucede con cualquier libro que recopila cuentos o relatos breves, hay algunos con los que uno resuena más. Creo que eso es lo normal. Sin embargo, Creía Que Mi Padre Era Dios guarda una coherencia y una cohesión que lo hace destacable. El hecho de que Auster decida reunir estas vivencias según temas comunes, anticipa qué es lo que encontraremos en estos relatos. Y la selección que hace el autor confirma que tenía una visión como editor: mostrar distintas realidades de la sociedad estadounidense.
Nada, claramente lo disfruté mucho
Después de 80 años, finalmente pude terminar este libro. Me tomó tanto tiempo porque lo empecé a leer en la peor etapa de un estudiante de Letras: en época de parciales. Cuando empiezan los parciales es una seguidilla tortuosa que se convierte en tener que preparar finales y lo último que uno quiere hacer es sentarse a leer más libros, aunque sean por placer.
La primera cosa que encuentro como positiva de este libro son los relatos. Uno entra a este libro sabiendo que aquello que está por leer son simplemente vivencias de personas relacionadas con ciertos temas: la muerte, los animales, los sueños, meditaciones, entre otros. Es decir, no son cuentos complejos y que requieren mucha atención o análisis profundo. Por lo tanto, fue una lectura que encajó perfecto con la época en la que lo empecé a leer.
Otro aspecto destacable es la sensibilidad litetararia de Paul Auster que logró recopilar narraciones de lo más especulares. Hay algunas que son tan impresionantes e imposibles, que por momentos te dejás llevar y te olvidás que estás leyendo algo que se supone que pasó de verdad. Recordás que es real cuando llegás al final y te encontrás con el nombre de la persona que lo vivió.
Como sucede con cualquier libro que recopila cuentos o relatos breves, hay algunos con los que uno resuena más. Creo que eso es lo normal. Sin embargo, Creía Que Mi Padre Era Dios guarda una coherencia y una cohesión que lo hace destacable. El hecho de que Auster decida reunir estas vivencias según temas comunes, anticipa qué es lo que encontraremos en estos relatos. Y la selección que hace el autor confirma que tenía una visión como editor: mostrar distintas realidades de la sociedad estadounidense.
Nada, claramente lo disfruté mucho