Non so, avete presente quando leggete un libro e avete la percezione di trovarvi davanti a qualcosa di talmente grande da non riuscire ad afferrarlo tutto in una volta? Non è un romanzo facile, Respirazione Artificiale: le voci narranti si impastano tra loro, così come passato, presente e futuro, la narrazione è frammentata e si scioglie in mille rivoli - ma che rivoli! - e il genere a cui appartiene non è ben definibile: romanzo epistolare? biografico? giallo? storico? fantascientifico? Certo, per cogliere tutto quello che c'è qua dentro ci vuole una cultura smisurata: storica - in particolare quella riferita all'Argentina contemporanea - filosofica e letteraria, almeno, e io ammetto candidamente di non essere riuscito a raccogliere tutto quello che Piglia sembra offrire, ci mancherebbe, anche se l'apparato di note alla fine del libro (che ammetto di aver scoperto a metà romanzo, ma non abbiate paura, le note le potete leggere ugualmente) mi è stato utile per contestualizzare un po' meglio il tutto. Nonostante ciò, ammetto di essermi goduto parecchio Respirazione Artificiale, e (proprio per i motivi suddetti) di aver persino voglia - bisogno? - di rileggerlo, magari non subito, o forse sì, chissà, perchè alla fine è la scrittura di Piglia ad avermi stregato. Ecco, questo è uno di quei casi in cui mi dispiace non conoscere bene il castigliano, ma anche nella traduzione italiana si può capire l'assoluta maestria dell'autore, la sua abilità nel giocare con le frasi. Questo per me sarebbe un romanzo da quattro stelle e mezzo, ma visto che non ci sono le mezze stellette gliene do cinque, perchè sono sicuro che quando lo rileggerò mi piacerà ancora di più.
Esta obra basada en acontecimientos propios de la historia argentina, nos sumerge en un mundo personal e investigativo a partir del recurso epistolar y la narración de hechos que motivan al lector a interesarse y sentir empatía por el objeto de búsqueda en cuestión. En sí, esta obra retrata la figura del exilio y la visión del modo en los héroes exiliados configuraron los Estados-Nación latinoamericanos. Nos invita a hacer un recorrido sobre estas desventuras como las penurias emocionales que esta viajante siente y expresa, a modo de desahogo y testimonio. Una novela corta, pero con alto uso de elementos académicos y cultos, por lo que podría dificultarse la experiencia. Es, además, una bonita configuración del estilo epistolar dentro de la corriente más moderna y vanguardista de la literatura.
En el siglo XX se escribieron grandes novelas en América Latina. Uno piensa en los autores del Boom, en obras como Conversación en la catedral, Cien años de soledad, Rayuela, todas obras maestras, pero sin duda alguna, Respiración artificial merece un lugar al lado de ellas. Se habla muy poco de ella, y no es porque carezca de la calidad, que no es el caso, sino por ser una novela de estructuras complejas que atrae muy poco a las masas de lecturas convencionales. Comienza con una relación epistolar entre un joven escritor y su tío, a quien no conoce, y quien se dispone a contarle la historia de la familia, y como éste sirvió, años atrás, a Ossorio, un militar importante de su época. Como tal, la anécdota suena bastante convencional, nada que pueda palpitar a la par de las novelas mencionadas al principio, pero es que hay en ese relato epistolar, el mas sencillo de la novela dicho sea de paso, una labor a ratos detectivesca, a ratos ficcional, donde el lector se topa con diferentes estratos de narración y saltos temporales que demandan de una atención copiosa e incluso la relectura para capturar, en la medida que se pueda, las intenciones de su autor. En la segunda parte, se abandona el relato epistolar y se entra en una combinación de relato directo, relato espectador. Piglia desarrolla aquí lo que se podría denominar teoría literaria donde, a través de un encuentro programado, que al final nunca ocurre, entre Renzi, el protagonista y su tío, cuenta y analiza la labor literaria de, según Piglia, a través los ojos de un tercer personaje, llamado Tardewski, los dos mas grandes escritores argentinos: Jorge Luis Borges y Roberto Artl. Y es que aquí, aparte de un gran conocimiento de los dos autores en mención, también se requerirá una extrema atención a los detalles: cómo hacer ver que dos autores completamente opuestos puedan resultar como los dos mejores de su país? Una novela monumental, que no se puede leer un sola vez, porque de cada relectura se extraerá algo nuevo, que aporta un crecimiento literario espectacular para quien tenga la osadía de leerla como se debe e incluso recurrir a esa tan mencionada relectura.
Es una obra muy buena, en especial la segunda parte. No es una obra tradicional y no creo que sea para todos. Me alegro haberla leído no tan joven e inexperto con la lectura, de lo contrario habría entendido poco.
Fascinante estilo narrativo, lo que más me intrigó del libro. Tiene poquísima narración directa de eventos o acciones por parte de los personajes. El "protagonista" apenas si actúa, tomando un tren y yendo al campo. Más bien atestigua de lo que le relatan otros. Este libro está contado casi totalmente así, a partir de diálogos epistolares u orales, y esto lo hace bastante especial.
En cuanto al contenido, lamentablemente, cerré el libro desconcertada y pensando que debería haber más. Leer este libro me dio una constante sensación de estar perdiéndome de algo, de estar en el mar más allá de donde mis pies tocan el fondo. Sobre todo en la primera sección ("Si yo misma fuera el invierno sombrío"), hay abundantes referencias al contexto político de Argentina en varios momentos históricos, y creo que mi ignorancia absoluta al respecto hizo difícil que le sacara provecho. En la segunda parte, las referencias son más bien a temas literarios y filosóficos, con referencias a historia más bien europea (principalmente, Hitler) y filósofos europeos como Descartes, quien le da el título a esta segunda parte. Gracias a mi mayor familiaridad con esos temas sentí más conexión con la segunda parte, pero quizás ya demasiado tarde como para apreciar el libro como un todo. La trama, por ejemplo, aun me parece indescriptible.
Pese a lo anterior, que en realidad es un defecto mío más que del libro, "Respiración Artificial" es un refrescante recordatorio de mi gran falta de conocimiento. Definitivamente es un libro que debe tener mucho más contenido del que yo capté, y del que me gustaría leer más análisis para entender con mayor profundidad cuando tenga el tiempo.
Qué raro... ¿Este libro es un clásico de la literatura argentina del siglo XX? No lo entendí, quiero creer. La única parte que me gustó es la final, todo el delirio de la historia de Tardewski. El resto me parecieron alardes de erudición.
"Algún día sabremos qué leíamos antes, cuando no leíamos aún a Ricardo Piglia", es una de las frases que se encuentran en la solapa de mi ejemplar de "Respiración artificial". Al terminar de leer esta novela uno no hace más que pensar lo mismo.
Leer este libro es una experiencia única. No la recomiendo, sino que conmino a todo aquel que se precie de ser un buen lector, a tomar esta novela y hacerla suya de principio a fin.
Muy enrevesado, lleno de esquinas y capas. La primera parte estilo policial me gustó mucho, hay mucho que no está escrito y vuelve la referencia y circula, y va y viene. Piglia-Renzi-Tardewki es maravilloso.
En los huecos, resuena el sonido quedo. Nos pausamos entre cada palabra para captar un eco. Entre una y otra sílaba agarramos aire, esos espacios son los vacíos en los que damos aire. Quienes inhalan en intermitencias dispares a nosotros piden que interpretamos sus ausencias tipográficas y sonoras.
Estamos en las horas antagónicas y antígonas en las que cada uno buscará a alguien como si fuera su hermano. Las ideas pesan a veces más que la carne y viven más por quienes deciden asistirlas cuando ya ha pasado su tiempo. Sólo en el silencio escucharemos los respiros y buscaremos esas palabras.
"Respiración artificial" es una novela compleja compuesta de muchos relatos cortos, algunos a manera de epistolarios, donde se conectan diversas épocas de la vida de personajes que tienen como común denominador un destino predispuesto, extraño y triste. La novela hace uso de material histórico y de referencias culturales, políticas y de teorías literarias que requieren conocimiento o por lo menos una curiosidad investigativa (tiempo) para hacerle frente a tanta sabiduría.
La primera parte trata de la correspondencia del novelista Emilio Renzi con el historiador Marcelo Maggi (su tío). Maggi tiene mala reputación por haberse robado un dinero y pasado un tiempo en la cárcel. Renzi había escrito una novela sobre su “descarriado” tío, pero decide después que quiere acercarse al personaje (que realmente no conocía) y sus ideas preconcebidas terminan siendo distorsionadas. Maggi a su vez estudia a otro personaje turbio, Enrique Ossorio, exiliado político de la época del presidente Rosas en Argentina. Renzi y Maggi son dos "investigadores" de secretos del pasado. Estas pesquisas nos revelan que las historias del pasado se pueden modificar con una nueva visión del pasado y del futuro. "La historia no es como la pintan". Esta visión es la "respiración artificial" que necesita el pasado para seguir viviendo.
La segunda parte, y la que más me cautivó, contiene reflexiones filosóficas y crítica literaria. El exiliado polaco, Tardeswski le cuenta a Renzi su teoría del posible encuentro entre Hitler y Kafka. Su hipótesis está tan bien argumentada, que la aparente falsedad se convierte en algo más real de lo que se pudiera pensar. Una realidad alterna es transfigurada por la literatura en algo "convincente". La narración de la charla entre estos dos personajes es una lectura muy gratificante.
La novela busca resolver enigmas y secretos y analizar la historia desde la mirada conspiratoria de la ficción. La lectura requiere dedicación de parte del lector menos informado, pero abre la mente del curioso que se atreve a lanzarse a una aventura literaria enriquecedora.
"La correspondencia es la forma utópica de la conversación porque anula el presente y hace del futuro el único lugar posible del dialogo.
"Un poeta sin memoria es un oxímoron. Porque el poeta es la memoria de la lengua".