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April 17,2025
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Llevo toda la mañana reflexionando sobre este pequeño libro que me leí ayer por la tarde. No sé si me ha gustado o me ha asustado al ser una novela autobiográfica. La historia se centra en la relación obsesiva, tóxica y vampirizante que tuvo el autor con su mujer. Al principio sorprende cómo poco a poco los protagonistas se meten en una espiral sin sentido de celos, enfados y discusiones bastante fuertes, pero conforme el relato avanza, la lectura es mucho más monótona y termina aburriendo. Personalmente creo que a los personajes les falta evolución y esto me ha provocado que intuya el final de cada uno de ellos. Es posible que el autor quiera indicar aquí, que cuando estás en una relación tan tóxica al final te acostumbras a que todo lo malo te parezca normal y rutinario, pero la forma de escribir y el trabajo de los personajes no ha ayudado en nada a que este libro termine de gustarme
April 17,2025
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Podríamos hacer una encuesta con el fin de averiguar cuántos de por aquí saben positivamente al primer vistazo quién puede ser o no una pareja futura, si es más fácil saber que sí o saber que no, si las parejas que de tal modo empiezan son más duraderas, si el sentimiento que las une es más fuerte que el de aquellas parejas con las que la cosa se va sucediendo de a poco. El autor y protagonista de esta historia es de los que lo supo al instante —”La cuestión de qué hacer con mi vida en los cuatro años siguientes quedó resuelta”—, de los que se vio superado por su amor, de los que nunca podremos averiguar si su relación o su sentimiento pudo durar toda la vida. Solo nos es dado saber lo que siente de todo aquello 30 años después.
n   “Qué inasible es la vida! Solo revela sus rasgos en el recuerdo y la inexistencia” Adam Zagajewski (cita que abre la novela) n
Uno de los atractivos del relato es el morbo que provoca ser testigos distantes de un desastre matrimonial de tal intensidad, como si de unos vecinos escandalosos se tratase, más aplicamos el oído cuánto más desagradable es la situación que oímos, más nos atraen sus protagonistas cuanto más nos irritan sus comportamientos. La pareja que forman Sylvia y Leonard parece tener como único fin dar la razón a Doris Lessing cuando decía aquello de que el vínculo más estrecho que une a hombres y mujeres es el sufrimiento que mutuamente se causan. Pues bien, aquí el vínculo no pudo ser más fuerte, pero es que Sylvia, señoras y señores, estaba completamente loca.
n   “Estoy sin trabajo, sin trabajo, sin trabajo. No he publicado nada. No tengo nada que decir. Estoy casado con una loca.” n
Habrá quien diga que no era locura, que lo suyo era sentir la vida con mucha intensidad, que solo era el reflejo de una época, el espíritu de unos tiempos, del jazz abstracto, de las películas de Antonioni, de las fotografías de Diane Arbus, del universo Ginsberg-Kerouac, del jugueteo con las drogas, con las relaciones sexuales extremas y/o sórdidas, con el abismo…“Qué triste, apasionante o extraño era vivir en los sesenta.”
n   “Willy trabajaba dos o tres días a la semana de asistente social en un programa de desintoxicación de drogas para estudiantes de bachillerato. Los fines de semana, se ganaba un dinero extra vendiendo heroína y compartía los beneficios con un grupo radical de Ann Arbor. Willy no tenía ideas políticas, solo estaba tremendamente irritado. Caía bien a los radicales. En su silencio oían lo que querían oír.” n
Paparruchas, excesos de velocidades aparte, Sylvia estaba como una regadera, ella lo sabía muy bien, y Leonard… Leonard… uufff, se me hace muy difícil entender el cuelgue de Leonard. Desde luego, no fue alguien que no supo expresar su amor o que no supo cómo salvar a su pareja de sí misma, estas no son cosas que podamos echarle en cara, aunque él si lo hiciera.
n   “Yo no me consideraba una persona bastante buena, mientras que ella era un mecanismo excepcionalmente precioso cuyos engranajes habían resultado brutalmente alterados por el dolor. Este le daba acceso a la verdad. Si Sylvia decía que yo era mala persona, tenía razón. Yo no entendía por qué, pero se debía precisamente a que era malo, la maldad me cegaba…Eran iluminaciones exaltadas, momentos de gracia perversa, no manifestaciones de locura.” n
Quizá, pensando muy mal —en su prólogo Alan Pauls creo que también lo apunta—, mantuviera la relación, consciente o inconscientemente, como medio de autoconocimiento e incluso como forma de acumular material literario.
n   “Yo consignaba nuestras peleas en un diario secreto, porque cada vez me veía menos capacitado para recordar cómo habían comenzado. Primero había un insulto inadvertido y después una irritación desproporcionada. Me desconcertaba no saber por qué ocurría así.” n
O quizás, y pensando algo menos mal, el tío disfrutaba con todo ese dramatismo, con toda esa desmesura, con todo ese castigo que recibía en su particular infierno privado.
n   “Te disculpas por estar vivo, por no estar enfermo, por no ser físicamente deforme, por no estar económicamente tan mal como otras personas. No sé por qué me he disculpado, tal vez por el amor que he profanado al no creerme el dolor de Sylvia. Me he sentido totalmente sincero, al disculparme, al besarla. Ha sido muy, muy delicioso, creo yo.” n
En fin, lean la novela, la locura de Sylvia (qué pena no poder conocer su versión de los hechos) y la “paciencia” de Leonard son absorbentes, y créanme, se lee en un par de ratos lamentando la pausa que hay que hacer entre ambos.
n   “El tiempo estaba fracturado, no había causa y efecto y ni siquiera una cosa llevaba a otra. Como en una metáfora, una cosa era otra. Mientras reñíamos con odio, yo quería follar y ella también.” n
April 17,2025
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L’amore. Una sola parola che racchiude in sé una miriade di sentimenti con le loro diversissime sfumature: felicità, passione, gelosia, tristezza, odio, ossessione.

Sembra un climax discendente, ma non lo è, perché tutti questi sentimenti fanno parte della storia di Leonard e Sylvia, dal suo prologo alla sua terribile fine.

Il romanzo ripercorre la vera storia del primo matrimonio di Micheals, il suo autore.
Negli anni ‘60 al Greenwich village, Leonard incontra Sylvia e resta subito ipnotizzato dal suo fascino esotico. I due si scambiano poche parole e tutto si consuma velocemente: fanno l’amore e poi vanno a convivere da subito.

Lui si impegna per diventare uno scrittore famoso, lei studia lettere classiche.
Ma la coppia vive pochi momenti di felicità, perché l’odio, i violenti litigi e le lacrime sono sempre al centro di questo rapporto morboso e ossessivo al quale Leonard non riesce mai veramente a sottrarsi.

Sylvia è malata: indossa gli stessi vestiti per giorni finendo anche per dormirci, cammina su scarpe rotte rifiutandosi di farle aggiustare, minaccia il suicidio e soprattutto rende impossibile la vita a Micheals che, come unica risposta a questa situazione, inizia a pensare che il vero pazzo sia lui.

La scrittura dell’autore è sempre delicata e ipnotica, soprattutto nel momento in cui riporta stralci del suo diario dell’epoca e quando ci racconta quella New York che vive ogni giorno, ma che può godersi davvero solo in assenza di Sylvia.


Insomma, questo è un romanzo doloroso che ho apprezzato tantissimo, ma che non consiglierei a chiunque.
Se avete un cuore inquieto e, soprattutto, se pensate che l’amore non sia una cosa semplice (caro Tiziano nazionale con quella canzone hai toppato) “Sylvia” fa per voi.
Altrimenti astenetevi.
April 17,2025
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Cominciò senza un inizio...

Tempo: l’inizio degli anni ’60.
Luogo: Greenwich Village.

Un giorno qualunque.
Un’amica comune li presenta e comincia la storia tra Sylvia Bloch e Leonard Michaels.
E’ il racconto romanzato di una relazione reale. Un rapporto in bilico tra gli eccessi di Thanatos e quelli di Eros.

Urla e abbracci compongono una quotidianità disordinata che si sintonizza sul clima vigente della Beat generation ma che consuma e corrode attimo dopo attimo.
La fine la si sa già dalla sinossi: Sylvia si toglierà la vita.

Ho letto sentendo l’angoscia di questo rapporto asfissiante e la traccia sottile – ma visibile per me- del senso di colpa che si sedimenta tra le righe.
Ho letto e mi sono chiesta se questa sorta di voyerismo che si offre e si cerca nella scrittura autobiografica sia positiva o meno.
Lo scrittore espia?
Il lettore ne ricava un’utile riflessione?

Ho letto ma non posso dire che ci sia stato il Piacere della lettura perché troppo sovrastante è stata la pena, la compassione verso gli attori di questa drammatica e reale scena.
April 17,2025
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"Ciò che distingue certe persone, è la conoscenza del proprio teatro interiore"

"Sylvia" è il diario scritto da Leonard Micheals degli anni in cui ha vissuto con la prima moglie Sylvia Bloch [1961-1963]. Una storia realmente accaduta, quindi, documentata dallo sguardo di Micheals.

Protagonista assoluta del racconto è Sylvia. Sylvia e la sua necessità di essere amata incondizionatamente e senza deroghe. Sì perché Sylvia non accetta le mezze misure, Sylvia vuole essere al centro del mondo del suo uomo. Come un tiranno, pretende dedizione, cura, e non tollera niente che distolga Leonard dal di lei pensiero.
Non tollera che scriva, non tollera che sia malato, non tollera che possa anche solo guardare le sue amiche, non tollera neanche che si trattenga in bagno oltre lo stretto necessario.

"Tutto quello che aveva importanza nella mia vita - la famiglia, gli amici, scrivere, - relegava Sylvia ai margini della mia coscienza facendola sentire trascurata e offesa"

E questo genera liti teatrali, ripetitive, furibonde monotematiche e inutili. Che lasciano i due stremati e insoddisfatti. Perché l'insoddisfazione di Sylvia nasce dal l'incapacità di amare e accettare se stessa, amore che non può essere delegato a nessun compagno.

"Sylvia aveva bisogno di conforto, che il dolore fosse o meno reale era secondario. Era consapevole del proprio comportamento. Non voleva discuterne con uno psichiatra. Ciò che distingue certe persone è la conoscenza che hanno del loro teatro interiore".

E la pena che si prova per questi due ragazzi, è tanto grande. È un libro tossico questo.

Per il gusto voyeristico che tiene incollati alle pagine, attratti e nel contempo nauseati dalla ripetitività delle dinamiche.
Per il rapporto che lega Leonard a Sylvia e Sylvia a Leonard, rapporto che pur non soddisfacendo nessuno dei due è talmente tanto fortee disperato da impedire ai due di rinunciarvi.

Tossico perché quelle liti, quella disperazione, ossessiva, quell' incapacità di amarsi con tenerezza, è davanti agli occhi del lettore che vorrebbe potersi egli stesso sottrarre, poter interrompere d'ufficio questa storia che non funziona, ma viene inevitabilmente risucchiato in quel vortice estenuante di liti insensate non potendo per contro fare a meno di continuare a girare compulsivamente le pagine.

Una scrittura superba.

Un finale, espiatorio, in cui finalmente, anche se solo in sogno, Leonard e Sylvia riescono a trovare la dimensione della tenerezza e della comprensione reciproca.
Una donna, Sylvia, difficile da dimenticare.
E come non associare a questa Sylvia un'altra illustre e infelice Sylvia Plath.
[Non sarà mica il nome che porta un po' Iella, eh?]

Mi sono chiesta se sia giusto esporre pubblicamente una sofferenza reale, ma, come per altre opere lette ["Il male oscuro", "La campana di vetro"], se la scrittura rende l'esperienza personale letteratura, cosa che a mio parere anche con questa breve opera accade, allora l'esposizione pubblica trova giustificazione d'essere. L'unica cosa stonata è, rispetto alle opere che ho citato, che non è Sylvia in prima persona a parlare di sé.
April 17,2025
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Generalmente i libri che parlano di amori ossessivi e turbolenti mi piacciono un casino. Questo comincia e finisce e manco te ne accorgi, senza infamia e senza lode.
Dura poco e quando la scrittura comincia ad essere interessante è già finito.
April 17,2025
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I love this style of writing. A raw, honest and very personal portrayal of life and its pain.
April 17,2025
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un libro che una volta aperto va consumato entro tre giorni. con la stessa voracità con cui sylvia e leonard si amano. da quei primi momenti in cui si conoscono e dopo poco stanno già facendo l'amore. «finché il pomeriggio divenne crepuscolo e il crepuscolo divenne notte fonda». è il village degli anni '60, e loro sono due personaggi reali, perché il romanzo nasce da un memoir in parte rielaborato che leonard michaels scrisse sulla prima moglie sylvia bloch: lunghi capelli neri, forte carica sessuale, intelligenza fuori dal comune e un forsennato maelstrom dentro.
un gorgo che quasi subito li risucchia entrambi in un vortice di litigi e attrazione. qualcosa che michaels riesce ad afferrare con frasi come «all'improvviso c'era una corrente erotica» o anche «dalle urla alle scopate. dall'irreale al reale, questa era la sensazione». i giorni e i mesi passano così, con lei che studia, lui che tenta di scrivere, loro che urlano, lei che rompe i piatti, lui che tenta di scrivere. si prendono in modo compulsivo - compulsivo è un concetto che torna spesso, come situazione o come parola, nella centoventina di pagine del libro - e «ordinario o violento», abitato via via dal racconto di amanti e relazioni passate, il sesso è frequente ma li lascia estenuati più che soddisfatti. ammetto che prima di arrivare a un terzo della storia ho provato un vago senso di nausea, per l'asfissia di un ménage che ha un andamento tipo disturbo bipolare, e nella continua alternanza di rialzi euforici e picchi maniaco-depressivi diventa presto prevedibile ma nello stesso tempo ipnotizzante.
moltissimo del merito è di una scrittura quasi impeccabile, per cui superi la perplessità e sei ancora lì a girare le pagine con lei che accusa dolori fisici improvvisi, lui che tenta di scrivere, lei che getta a terra le camicie e le calpesta e ci sputa sopra, lui che la coccola e poi tenta di scrivere di nuovo [tu chiaramente a questo punto inizi a fare il tifo perché riesca finalmente a scrivere davvero qualcosa, e in effetti scopri che ha cominciato da un po' ad annotare le liti]. la cosa più straniante è che sei lì, seduto su un divano sudicio in un appartamento infestato di scarafaggi, che li guardi mentre mangiano noodles a letto, bevono succo d'arancia e vanno al cinema a vedere tutti i film di antonioni che possono. perché intorno stanno esplodendo gli anni che già si capiva sarebbero stati mitici: le foto di diane arbus, il jazz "sventrato" di ornette coleman, la droga che accende la luce dentro le discussioni infervorate, gli spigoli della musica di charles mingus.
per sylvia finirà nell'unico modo in cui può: con quarantasette barbiturici ingoiati e annunciati a lui, che entra ed esce dal tira e molla con se stesso per arrivare al divorzio, come ultimo gesto di sfida. devo dire che a tratti ho sentito forte il disagio di assistere così intimamente alla sofferenza di una donna che, per quanto rielaborata in qualche dettaglio, è in ogni riga delle pagine con la sua disperata, distruttiva, allucinata vitalità. e per buona parte del libro ho avvertito anche sottotraccia la sensazione che ci fosse qualcosa di sbagliato nell'essere lì a leggere, e prima ancora nel fatto che leonard michaels fosse stato lì a scrivere. però appunto il libro si consuma in tre giorni, e non mi sono ancora data una risposta. se non che mi è piaciuto, ma sono consapevole che un'altra sola sera mi avrebbe intossicata.

http://youtu.be/Ddgt46W8VnQ
April 17,2025
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NY, anni 60, una coppia ondeggia tra amore e follia.
Dopo le prime pagine, al lettore "sprovveduto" potrebbe venir facile pensare: 'Ma questo scemo cosa aspetta? Scappa via subito!'
Ne bastano poche altre affinché il lettore "consapevole" (sempre lo stesso) tiri un drammatico sospiro per l'improvvisa svolta empatica. In quell'esperienza, dolce e derelitta, su carta, torverà di sicuro echi, più o meno grandi, di qualcosa del suo vissuto.
'Sylvia" è un romanzo ben scritto, la cui brevità però è un'arma a doppio taglio: se da una parte Michaels riesce ad accentuare gli episodi cardine (mettendo in luce molto bene la sua lotta interiore), dall'altra lima un po' troppo la profondità di una storia così totalizzante.

N.B. mezza stella in più per la scelta perfetta di quella foto di Saul Leiter in copertina

Cit. & Cit.
April 17,2025
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Adelphi ripubblica Sylvia, il romanzo autobiografico di Leonard Michaels. È la storia travagliata della storia tra l’autore e Sylvia Block.

Ho letto il romanzo nel 2016, poco dopo la prima pubblicazione. Scrissi a caldo

[Un amore malato, come tanti.
Scritto bene, per carità, ma di leggere di situazioni patologiche ne ho un po' piene le tasche.]

“Cominciò senza un inizio. Facemmo l’amore finché il pomeriggio divenne crepuscolo e il crepuscolo divenne notte fonda.”

Cosa mi rimane dopo tanti anni?
Mi resta l’angoscia nel leggere quelle pagine,
Allora a distanza di tanto tempo dico che Leonard Michaels è riuscito nel suo intento: trasformare in letteratura una vicenda privata.

“La guardai, imprimendo nella memoria la forma del collo e della bocca e delle ossa del suo volto, e pensai: È mia moglie. La sto lasciando.”

È la storia di una fine, narrazione di un lutto per una persona che sparisce dalla nostra vita, pur continuando a vivere

“Il ruggito di un aeroplano squarciò il cielo. Ogni cosa giungeva a me come sensazione, non come sentimento. Non avevo sentimenti a cui fossi in grado di dare un nome. Non avevo sentimenti umani.
[…]
Cominciai a piangere, a supplicarla, senza fare concessioni alla realtà. Il mio bisogno era la sola realtà, più reale della morte.”

Nel 2016 avevo assegnato 3 stelle.
Rileggendo alcune pagine, modifico la mia valutazione e assegno 4 stelle.

Sono cresciuta. Non sono più quella di otto anni fa.
Affronto in modo diverso la lettura di amori tormentati.
April 17,2025
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first off: i basically wrote my common app essay (personal statement, whatever) about this book, and about leonard michaels. or rather, well, about the certain kind of hopeful idol at this time in my life that leonard michaels has represented for me, and how with sylvia (picked up, unexpectedly, in a used bookstore in evanston, not either of michaels' books of short stories i've been searching for for years but rather a fictional memoir) i was trying in some way to step outside of the need for that desperate idolatry. none of this is necessary, besides the fact that i'm trying to say that whatever i ended up thinking of this book, before i even read it, it was important to me in a strange way that i could not refute. that i could not get away from, i suppose. naturally, it did not measure up to the importance that was placed in it (an arbitrary importance), but that's almost besides the point—or rather, that was exactly what I knew would happen, and maybe it would have been weird, or worse, if it had measured up.
now, totally unrelatedly to that spiel, i can't figure out to what extent the demonization of sylvia was intentional on michaels' part. because you read it, and you think, good god, is this girl even human? and then there is that one line at some point, saying it was of course easier to remember the good than the bad, the fights rather than the pleasant conversation, complete truth, and this resolves a lot, as you realize this is only half a memoir, a memoir of the bad (which eventually became the whole—and i suppose i'm implying there must be some sort of good/bad dualism, which, maybe not, but still—) but still it's bothersome. it bothers. one realizes that by extrapolation michaels is saying of the protagonist, of himself, it's not that she was a demon and i her willing victim, we stayed together because i too was a demon. we matched each other. —but still it's bothersome. this dovetails with some other things i've been thinking about lately, like, after a certain point in ~history~ or whatever, when one should know better (like 1992), what's the point of reading stuff so tinged with misogyny? it can be hard to reconcile literature with feminism (my realization is that, for much of the history of literature, you can't, because it's not like there was a contemporary feminist work equal to paradise lost out there, if you know what i mean), and it's harder still as you move within the twentieth century. the question is, do i read philip roth? yes. do i read leonard michaels? yes. do i read sylvia? well i have, and yes. i wrote in a college supplement essay that literature is my avenue towards understanding human experience. does michaels' portrayal of the human experience outweigh in some aspect or another the misogyny? is misogyny a valid aspect of the depiction and understanding of human experience? is it still valid if said misogyny may or may not be ingrained in the very writing, in the memory, in the viewpoint, and not as an intentional part of plot or character? there's no right answer here, nothing objective. for me, though, i think it's yes.
April 17,2025
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Quando amare troppo significa soffrire

Leonard incontra Sylvia per caso a una festa. Si parlano, si baciano, si innamorano, fanno l'amore e decidono subito di vivere insieme.

Il dubbio su che cosa fare della mia vita fu risolto per i quattro anni successivi

Una storia d'amore come tante. Solo che questa, a differenza di altre, si trasforma presto in una ossessione.

Quando l'insicurezza prende il sopravvento, quando l'ipotesi della perdita diviene angoscia quotidiana, quando ogni occupazione dell'altro viene vista come riduzione dell'amore, quando il senso di possesso va a sostituirsi alla volontà del partner, la vita può trasformarsi in un vero inferno.

Per entrambi.

I due si amano, molto. Ma Sylvia cade in una terribile spirale di gelosie e sospetti che di fatto congela la loro vita. Qualunque cosa tenti di fare Leonard è considerata una minaccia, perché lo allontana da Sylvia.

"Tutto quello che aveva importanza nella mia vita - la famiglia, gli amici, scrivere, - relegava Sylvia ai margini della mia coscienza facendola sentire trascurata e offesa. Ciò accadeva anche se restavo troppo a lungo nel gabinetto e, a volte, quando camminavamo insieme per strada"

Come se Leonard abbia una lista di priorità in cui Sylvia debba essere sempre, comunque e in ogni istante della giornata al primo posto.

Ma questo amore profondo e folgorante diventa un lavoro a tempo pieno, un incubo da cui nessuno dei due riesce più a liberarsi se non in modo violento. Una guerra quotidiana fatta di interminabili litigi seguiti da momenti di avvicinamento che comunque li lasciano insoddisfatti. Una guerra verbale dove Sylvia cerca di ferire e provocare in tutti i modi Leonard per cercare di ottenere conferme e rassicurazioni cui lei stessa poi non crede. E' incredibile come il libro riesca a rendere bene la frustrazione e l'insoddisfazione che si prova in tali contesti.

"Ordinario o violento, il sesso era frequente, ma ci lasciava estenuati più che soddisfatti. Sylvia diceva di non aver mai avuto un orgasmo. Come se fossi io ciò che si frapponeva tre lei e quel piacere supremo, annunciava: 'Non ho intenzione di vivere tutta la vita senza un orgasmo'. Diceva di aver avuto parecchi uomini che a letto erano meglio di me. Voleva parlarmi di loro, penso, costringermi a sopportare i particolari"

E' amore? E' ossessione? E' insicurezza? E' malattia? E' insostenibile? Chissà. Però comportamenti di questo tipo credo siano più frequenti di quanto non si creda, anche se magari non conducono a epiloghi come quello descritto.

I fatti, veri, sono descritti da Leonard in una sorta di diario. E' vero che manca il punto di vista di Sylvia, Leonard però riesce a raccontare la storia in modo molto equilibrato, non dimenticando nemmeno per un momento il punto di vista di lei e guardandola sempre con occhi innamorati.

E' un amore senza fine, malato forse. Amare in modo sano significa accettare e amare sé stessi prima di tutto.

Una storia che mi ha coinvolto molto e la cui conclusione, tenera e bellissima a dispetto della tragicità, lascia con il pensiero di ciò che sarebbe potuto essere e non è stato.
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