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El futuro es incierto. Esta obviedad ha existido desde tiempos inmemoriales y se ha convertido en objeto de estudio e hipótesis para las generaciones que han tratado de explicar el avance de la humanidad. A finales del siglo XIX, muchos escritores empezaron a novelizar su visión del futuro con historias que a día de hoy aún resultan fascinantes y, en muchos casos, premonitorias. En este periodo se considera históricamente a Jules Verne y a H.G. Wells como precursores de la ciencia ficción europea. Mientras que el primero ofrecía un análisis más técnico y científico, el segundo estaba enfocado en las consecuencias sociales del progreso de la humanidad.
En La máquina del tiempo, un científico explica a un grupo de amigos su intención de viajar en el tiempo gracias a una máquina que está construyendo y que se encuentra en su fase final de puesta en marcha. Consigue finalizar todos los preparativos y viajar hasta el año 802.701, en el que se encontrará con dos especies distintas: los Eloi y los Morlocks.
Wells mueve los hilos en una batalla entre el pesimismo y la esperanza, enviando un mensaje de advertencia que sigue siendo tan prioritario como hace más de cien años. Una sociedad dormida, decadente y despreocupada de su entorno se puede convertir en una sociedad abocada al fracaso. El autor era muy consciente de la importancia que tenía el esfuerzo y la superación de obstáculos a nivel individual para conseguir una sociedad inteligente, preparada y autosuficiente. Cualquier acto que suponga la supresión de responsabilidades para un determinado sector o clase social (en contraposición de una mayor presión y explotación de otros grupos) estará condenado a un futuro oscuro.
Con muy pocas páginas, La máquina del tiempo se convierte así en un gran tratado social sobre las diferencias de clases que utiliza la ciencia ficción de forma muy inteligente para poder demostrar comportamientos y actitudes en el ser humano que no encajarían en ambientes más costumbristas o realistas. Se podría considerar que fue uno de los puntos de partida con los que poder hablar de la sociedad actual a partir de situaciones y puntos de vista completamente innovadores.
Actualmente se pueden encontrar novelas del género mucho más elaboradas, con una base científica mejor desarrollada e incluso con una crítica social más mordaz. Aun así, este primer trabajo de Wells mantiene un buen ritmo durante toda la novela, no hace uso de grandes tecnicismos que puedan ralentizar el desarrollo de la historia y, por encima de todo, ofrece una visión de la evolución del ser humano que parece que no ha cambiado tras tantos años y, lamentablemente, parece que no cambiará en los próximos.
En La máquina del tiempo, un científico explica a un grupo de amigos su intención de viajar en el tiempo gracias a una máquina que está construyendo y que se encuentra en su fase final de puesta en marcha. Consigue finalizar todos los preparativos y viajar hasta el año 802.701, en el que se encontrará con dos especies distintas: los Eloi y los Morlocks.
Wells mueve los hilos en una batalla entre el pesimismo y la esperanza, enviando un mensaje de advertencia que sigue siendo tan prioritario como hace más de cien años. Una sociedad dormida, decadente y despreocupada de su entorno se puede convertir en una sociedad abocada al fracaso. El autor era muy consciente de la importancia que tenía el esfuerzo y la superación de obstáculos a nivel individual para conseguir una sociedad inteligente, preparada y autosuficiente. Cualquier acto que suponga la supresión de responsabilidades para un determinado sector o clase social (en contraposición de una mayor presión y explotación de otros grupos) estará condenado a un futuro oscuro.
Con muy pocas páginas, La máquina del tiempo se convierte así en un gran tratado social sobre las diferencias de clases que utiliza la ciencia ficción de forma muy inteligente para poder demostrar comportamientos y actitudes en el ser humano que no encajarían en ambientes más costumbristas o realistas. Se podría considerar que fue uno de los puntos de partida con los que poder hablar de la sociedad actual a partir de situaciones y puntos de vista completamente innovadores.
Actualmente se pueden encontrar novelas del género mucho más elaboradas, con una base científica mejor desarrollada e incluso con una crítica social más mordaz. Aun así, este primer trabajo de Wells mantiene un buen ritmo durante toda la novela, no hace uso de grandes tecnicismos que puedan ralentizar el desarrollo de la historia y, por encima de todo, ofrece una visión de la evolución del ser humano que parece que no ha cambiado tras tantos años y, lamentablemente, parece que no cambiará en los próximos.