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Comienza como Bukowsky, pero erotizado. Hay que confesar que literatura erótica tal vez no sea lomas apto para escuchar a las 8 de la mañana mientras vas batallando con el tráfico rumbo al trabajo. Pero en fin, luego de horas y horas de escuchar una escena de sexo tras otra con mínimos elementos de trama; francamente aburrido de tanta repetición, al final viene una sección rabiosa, inspirada, intensa, en la que el cambia de punto de vista de la narrativa totalmente, viéndose a ratos como un perro que sirve a su esposa y amante. Un disparo narrativo intenso, emocional, mezquino, personal, maravilloso. Me dejo boquiabierto. Hizo valer la pena todo lo anterior.