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Una vez vi en El Corte Inglés dos libros de oferta que prometían contar la misma historia desde dos puntos de vista distintos («El juego de Ender» y «La sombra de Ender»), me llamaron la atención, me los compré, los leí, los amé, me compré las continuaciones, las leí, amé algunas y odié otras, y un día empezaron a decir por Twitter que Orson Scott Card era un homófobo de tres pares de narices y fue como dejar de hablarme con un buen amigo. Hace un par de años me deshice todos los libros suyos que tenía. Llamadme woke, llamadme cancelador, pero si hay que hacer sitio en las baldas, los homófobos son de los primeros en irse.
Antes de tamaño drama, en mi año de erasmus, me matriculé en la asignatura «Creative Writing», en la que el profe (un reputado guionista cuyo nombre no diré por lo que viene a continuación) nos compartió una carpeta de su Google Drive llena de libros sobre escritura creativa, manuales de redacción, técnicas para crear ficción... Para mí fue como encontrar el tesoro de los Goonies (no he visto la película, pero creo que hay un tesoro, ¿no?).
El profe (uy, casi escribo su nombre real) solo nos hizo leer uno «The 10% Solution», un libro brevísimo y muy útil que he releído (y reseñado) hace poco. Pero había uno escrito por Orson Scott Card, quien en aquel entonces aún era mi amigo. Lo leí y me pareció que tenía algunas ideas muy muy buenas sobre cómo escribir una historia, cualquier tipo de historia.
Me acuerdo de que una alumna le preguntó al profe: «Oiga, señor Profe (uy, casi digo su nombre otra vez), ¿de verdad son útiles estos manuales de escritura?». Y él contestó que no hacen milagros, pero que pueden sacarte del atolladero si estás falto de inspiración.
Hace poco que me propuse escribir una historia de terror. Una en concreto. Y, por lo que sea, no consigo terminarla. Quise encontrar ese libro de Orson Scott Card a ver si me ayudaba y me confundí y di con este. Me di cuenta de que no era el libro que yo recordaba, pero me dio curiosidad y seguí leyéndolo hasta que se acabó.
No me ha gustado mucho como salvavidas para escritores. Los consejos no son sobre el arte, sino sobre la gestión del arte: ahorra, paga tus impuestos, ve a convenciones, búscate un agente, conoce las leyes de la propiedad intelectual en el estado de Arkansas... Me ha gustado más como autobiografía deshilachada o como plato degustación de las opiniones de Card sobre otros libros y escritores a los que admira.
No es una estrella, pero mientras siga diciendo las barrabasadas que dice, vamos a intentar que sea un poco menos millonario.
Antes de tamaño drama, en mi año de erasmus, me matriculé en la asignatura «Creative Writing», en la que el profe (un reputado guionista cuyo nombre no diré por lo que viene a continuación) nos compartió una carpeta de su Google Drive llena de libros sobre escritura creativa, manuales de redacción, técnicas para crear ficción... Para mí fue como encontrar el tesoro de los Goonies (no he visto la película, pero creo que hay un tesoro, ¿no?).
El profe (uy, casi escribo su nombre real) solo nos hizo leer uno «The 10% Solution», un libro brevísimo y muy útil que he releído (y reseñado) hace poco. Pero había uno escrito por Orson Scott Card, quien en aquel entonces aún era mi amigo. Lo leí y me pareció que tenía algunas ideas muy muy buenas sobre cómo escribir una historia, cualquier tipo de historia.
Me acuerdo de que una alumna le preguntó al profe: «Oiga, señor Profe (uy, casi digo su nombre otra vez), ¿de verdad son útiles estos manuales de escritura?». Y él contestó que no hacen milagros, pero que pueden sacarte del atolladero si estás falto de inspiración.
Hace poco que me propuse escribir una historia de terror. Una en concreto. Y, por lo que sea, no consigo terminarla. Quise encontrar ese libro de Orson Scott Card a ver si me ayudaba y me confundí y di con este. Me di cuenta de que no era el libro que yo recordaba, pero me dio curiosidad y seguí leyéndolo hasta que se acabó.
No me ha gustado mucho como salvavidas para escritores. Los consejos no son sobre el arte, sino sobre la gestión del arte: ahorra, paga tus impuestos, ve a convenciones, búscate un agente, conoce las leyes de la propiedad intelectual en el estado de Arkansas... Me ha gustado más como autobiografía deshilachada o como plato degustación de las opiniones de Card sobre otros libros y escritores a los que admira.
No es una estrella, pero mientras siga diciendo las barrabasadas que dice, vamos a intentar que sea un poco menos millonario.