...
Show More
Si leer 'La subasta del lote 49' es como prepararse la mochila con un bocadillo y una botellita de agua para pasar el día en el campo, la lectura de 'V.' supone sacar la caravana con lo que ello conlleva, es decir, preparar la tienda de campaña, comprar víveres y coger ropa suficiente porque vas a estar fuera una par de semanas, vivienda en plena naturaleza. Por esta regla de tres, el día que me decida a afrontar la lectura de uno de los libros de más de mil páginas de Pynchon, será como prepararte para un safari en Kenia o una aventura por el Amazonas. ¡Miedo me da!
Querer hacer una reseña, no ya de 'V.' sino de cualquier libro de Pynchon, es una ardua tarea, que además supone contar algunas de las tramas, sorpresas y trampas que el bueno de Pynchon nos ha preparado. Porque la novela se compone de múltiples historias, unas más largas que otras, incluyendo cambios temporales y localizaciones, además de docenas de diferentes personajes. Hay varios de éstos más recurrentes que otros, como son Profane, un ex soldado de marina; Stencil, que tiene fijación por encontrar a V., alguien o algo que apareció entre los papeles de su padre, antiguo miembro de Asuntos Exteriores; o Rachel, que mantiene una extraña relación con Profane.
Leer 'V.' es como adentrarse en Territorio Pynchon, donde todo está relacionado y no existen las casualidades. Al principio cuesta adaptarse al terreno, pero dándole un poco de tiempo, llegas a disfrutar del paisaje. Sin embargo, de vez en cuando es posible que te pierdas mientras exploras, pero no pasa nada, siempre terminas encontrando la salida, aunque a veces no sepas cómo y por lo tanto no te hayas enterado muy bien de dónde has estado (salido). Pero en cuanto terminas tu estancia en 'V.', te queda la sensación de haber pasado unos momentos bastante agradables e interesantes, y no te importaría repetir.
Hay que leer a Pynchon, aunque algunas veces no lo pilles del todo, porque lo importante es dejarse llevar por sus ardides conspiratorios. ¿Recomendaría leerlo a todo el mundo? Ni mucho menos. Sobre todo porque no quiero estar pendiente de mis espaldas por si alguien me sacude con el libro en cuestión.
Querer hacer una reseña, no ya de 'V.' sino de cualquier libro de Pynchon, es una ardua tarea, que además supone contar algunas de las tramas, sorpresas y trampas que el bueno de Pynchon nos ha preparado. Porque la novela se compone de múltiples historias, unas más largas que otras, incluyendo cambios temporales y localizaciones, además de docenas de diferentes personajes. Hay varios de éstos más recurrentes que otros, como son Profane, un ex soldado de marina; Stencil, que tiene fijación por encontrar a V., alguien o algo que apareció entre los papeles de su padre, antiguo miembro de Asuntos Exteriores; o Rachel, que mantiene una extraña relación con Profane.
Leer 'V.' es como adentrarse en Territorio Pynchon, donde todo está relacionado y no existen las casualidades. Al principio cuesta adaptarse al terreno, pero dándole un poco de tiempo, llegas a disfrutar del paisaje. Sin embargo, de vez en cuando es posible que te pierdas mientras exploras, pero no pasa nada, siempre terminas encontrando la salida, aunque a veces no sepas cómo y por lo tanto no te hayas enterado muy bien de dónde has estado (salido). Pero en cuanto terminas tu estancia en 'V.', te queda la sensación de haber pasado unos momentos bastante agradables e interesantes, y no te importaría repetir.
Hay que leer a Pynchon, aunque algunas veces no lo pilles del todo, porque lo importante es dejarse llevar por sus ardides conspiratorios. ¿Recomendaría leerlo a todo el mundo? Ni mucho menos. Sobre todo porque no quiero estar pendiente de mis espaldas por si alguien me sacude con el libro en cuestión.