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Ochocientas ochenta y ocho páginas tiene mi edición de “La dama de blanco” y en ningún momento el libro me aburre o deja de mantener el suspenso de todo lo que sucede alrededor de esta impresionante novela escrita tan magistralmente por Wilkie Collins.
Son pocos los autores que pueden darse el lujo de lograr lo que Collins genera en sus novelas. Muchos aseguran que es una de las cinco mejores novelas de misterio jamás escrita y de hecho aseguran que su otra obra maestra, “La piedra lunar” la acompaña.
Wilkie Collins, un maestro de la novela de suspenso, dramaturgo y ensayista y además socio literario de otro gigante, Charles Dickens, logró fama y éxito a partir de "La piedra lunar" y se transformó en uno de los principales referentes de un género que hoy se sigue leyendo en todo el mundo y que adquiere adeptos en forma constante y sostenida.
La trama argumental de la novela es clara y aparentemente simple: “El joven profesor de dibujo Walter Hartright viaja a Cumberland para dar clases a dos jóvenes y ricas herederas, las hermanas Laura y Marian Fairlie. Laura se enamora de el pero los agradables días en Limmeridge House acaban con la llegada del prometido de Laura, Sir Percival Glyde. Este alberga la intención de arrebatarle toda su herencia y cuenta con la ayuda del siniestro conde Fosco para llevar a cabo sus planes. Solo se interpone en su camino una misteriosa dama vestida de blanco que, al parecer, ha escapado de un sanatorio mental..."
Narrada de forma similar a "La piedra lunar" a partir de testimonios, cartas, diarios y notas, el argumento de "La dama de blanco" gira alrededor de cinco personajes bien determinados: la hermosa Laura Fairlie, posteriormente lady Glyde, de su marido, el inescrupuloso y taimado sir Percival Glyde, del conde Fosco, un oscuro y tenebroso conde italiano que influencia a Percival y lo controla todo. Estos dos harán lo imposible para quedarse con la fortuna de Laura, pero ella no estará sola y tendrá quienes la ayuden y defiendan ante la injusticia: su hermana Marian Halcombe y el profesor de dibujo Walter Hartright, de quien a principios de la novela Laura se enamora.
Un toque más de maestría introduce Wilkie Collins en todo este entramado de misterio y es la aparición de Anne Catherick, una supuesta mujer escapada de un sanatorio mental que dice posee un secreto que puede desenmascarar el pasado de si Percival Glyde. El sólo hecho de incluir este elemento prácticamente al principio de la novela lo cambia todo y a partir de allí logrará que el lector se mantenga atento a todo lo que surja más adelante. Nunca, en ningún capítulo del libro ese interés decae, porque otros factores argumentales también influyen para mantener la intriga de cómo puede terminar todo.
Cuando parece que ya está la verdad a la vista surgen otros inconvenientes que le dan la vuelta de tuerca a la trama y eso es lo que pasa en las últimas cien páginas del libro.
Todo el desarrollo de la novela está centrado en tres lugares bien definidos que son la localidad de Limmeridge, en la mansión donde comienza a narrar la historia Walter Hartright, luego en Blackwater Park donde transcurren gran parte de los sucesos más importantes y también en la localidad de Cumberland, sede de distintos "descubrimientos" que Walter y Marian Halcombe realizan.
Cabe destacar que Wilkie Collins sabe cómo meterse en la piel de cada personaje. Puede ser un tipo inescrupuloso y despiadado como sir Percival Glyde, peligroso y ventajero como el conde Fosco pero también dulce y sensible tal es el caso de Laura Fairie o meterse dentro de la piel combativa de una mujer con todas las letras: Marian Halcombe.
Y por supuesto, Anne Catherick, la dama de blanco que le da el nombre a la novela, que es el personaje clave de todo este embrollo y que será quien haga encajar todas las piezas de un rompecabezas muy complejo ideado por el autor. Cada una de sus aperciones fantasmales harán que toda la escena cambie, alimentarán la intriga y provocarán una giro en la narración que no estaba contemplado.
Párrafo aparte para la encendida defensa que Collins hace de la mujer y de sus derechos ya en el año 1850 y de cómo, sin utilizar el término "feminismo" deja bien en claro lo que representan en este mundo las mujeres. Eso es algo a lo que presté mucha atención durante la lectura de muchos pasajes del libro.
Wilkie Collins escribió una excelente novela, tal vez, un peldaño por debajo de "La piedra lunar", pero no por ellos menos intrigante.
Repito, no es fácil sostener un suspense de casi novecientas páginas. Genialidades como ésta solo están destinadas a escritores tan únicos como Wilkie Collins.
Son pocos los autores que pueden darse el lujo de lograr lo que Collins genera en sus novelas. Muchos aseguran que es una de las cinco mejores novelas de misterio jamás escrita y de hecho aseguran que su otra obra maestra, “La piedra lunar” la acompaña.
Wilkie Collins, un maestro de la novela de suspenso, dramaturgo y ensayista y además socio literario de otro gigante, Charles Dickens, logró fama y éxito a partir de "La piedra lunar" y se transformó en uno de los principales referentes de un género que hoy se sigue leyendo en todo el mundo y que adquiere adeptos en forma constante y sostenida.
La trama argumental de la novela es clara y aparentemente simple: “El joven profesor de dibujo Walter Hartright viaja a Cumberland para dar clases a dos jóvenes y ricas herederas, las hermanas Laura y Marian Fairlie. Laura se enamora de el pero los agradables días en Limmeridge House acaban con la llegada del prometido de Laura, Sir Percival Glyde. Este alberga la intención de arrebatarle toda su herencia y cuenta con la ayuda del siniestro conde Fosco para llevar a cabo sus planes. Solo se interpone en su camino una misteriosa dama vestida de blanco que, al parecer, ha escapado de un sanatorio mental..."
Narrada de forma similar a "La piedra lunar" a partir de testimonios, cartas, diarios y notas, el argumento de "La dama de blanco" gira alrededor de cinco personajes bien determinados: la hermosa Laura Fairlie, posteriormente lady Glyde, de su marido, el inescrupuloso y taimado sir Percival Glyde, del conde Fosco, un oscuro y tenebroso conde italiano que influencia a Percival y lo controla todo. Estos dos harán lo imposible para quedarse con la fortuna de Laura, pero ella no estará sola y tendrá quienes la ayuden y defiendan ante la injusticia: su hermana Marian Halcombe y el profesor de dibujo Walter Hartright, de quien a principios de la novela Laura se enamora.
Un toque más de maestría introduce Wilkie Collins en todo este entramado de misterio y es la aparición de Anne Catherick, una supuesta mujer escapada de un sanatorio mental que dice posee un secreto que puede desenmascarar el pasado de si Percival Glyde. El sólo hecho de incluir este elemento prácticamente al principio de la novela lo cambia todo y a partir de allí logrará que el lector se mantenga atento a todo lo que surja más adelante. Nunca, en ningún capítulo del libro ese interés decae, porque otros factores argumentales también influyen para mantener la intriga de cómo puede terminar todo.
Cuando parece que ya está la verdad a la vista surgen otros inconvenientes que le dan la vuelta de tuerca a la trama y eso es lo que pasa en las últimas cien páginas del libro.
Todo el desarrollo de la novela está centrado en tres lugares bien definidos que son la localidad de Limmeridge, en la mansión donde comienza a narrar la historia Walter Hartright, luego en Blackwater Park donde transcurren gran parte de los sucesos más importantes y también en la localidad de Cumberland, sede de distintos "descubrimientos" que Walter y Marian Halcombe realizan.
Cabe destacar que Wilkie Collins sabe cómo meterse en la piel de cada personaje. Puede ser un tipo inescrupuloso y despiadado como sir Percival Glyde, peligroso y ventajero como el conde Fosco pero también dulce y sensible tal es el caso de Laura Fairie o meterse dentro de la piel combativa de una mujer con todas las letras: Marian Halcombe.
Y por supuesto, Anne Catherick, la dama de blanco que le da el nombre a la novela, que es el personaje clave de todo este embrollo y que será quien haga encajar todas las piezas de un rompecabezas muy complejo ideado por el autor. Cada una de sus aperciones fantasmales harán que toda la escena cambie, alimentarán la intriga y provocarán una giro en la narración que no estaba contemplado.
Párrafo aparte para la encendida defensa que Collins hace de la mujer y de sus derechos ya en el año 1850 y de cómo, sin utilizar el término "feminismo" deja bien en claro lo que representan en este mundo las mujeres. Eso es algo a lo que presté mucha atención durante la lectura de muchos pasajes del libro.
Wilkie Collins escribió una excelente novela, tal vez, un peldaño por debajo de "La piedra lunar", pero no por ellos menos intrigante.
Repito, no es fácil sostener un suspense de casi novecientas páginas. Genialidades como ésta solo están destinadas a escritores tan únicos como Wilkie Collins.