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"No hace falta quemar libros para que una cultura desaparezca. Mucho peor es no leerlos" - Ray Bradbury
Cuesta mucho encontrar en el vasto mundo de la literatura un libro que defienda precisamente al libro como patrimonio cultural de la Humanidad. Más allá de la distopía que encierra, la maestría de Bradbury nos posiciona ante los peligros que a veces significa para el poder el hecho de que la gente "piense" y quiera valerse por sí misma. Uno de mis libro preferidos de toda la vida...
Esta era mi pequeña reseña allá por el 2015, cuando este libro inolvidable de un también inolvidable Ray Bradbury dominaba mi sentidos y se transformaba en uno de mis preferidos de toda la vida. Y aún sigue siéndolo. Aún sigue teniendo esa misma vigencia inalterable en mí.
Es que mi grado de admiración hacia el viejo Ray sigue en ascenso y no se detendrá nunca. Es un escritor del que aprendo. Esa es la palabra. Es un maestro, un abuelo, un profesor y un profeta. Todo lo que irradió en su literatura fue sabiduría y genialidad. Sus novelas y cuentos están poblados de enseñanzas y advertencias. Mensajes y premoniciones. Fue un erudito, un escritor que supo ver mucho antes todas las calamidades que golpearon a la Humanidad sumiéndola en un sopor de las que muchas veces le costó salir.
Anticipó avances tecnológicos también. A partir de libros como "Crónicas marcianas", "El hombre ilustrado" o "Las doradas manzanas del sol" supo advertirnos que el futuro podía transformarse en algo peligroso e incómodo.
Al final de esta novela se percibe ese aire enrarecido de una latente catástrofe que hace eclosión arrasando una ciudad. ¿Acaso hoy no sentimos esa opresiva preocupación con las pruebas nucleares de un dictador desequilibrado en la supuestamente remota Corea del Norte?
Esto y lo sabía Ray Bradbury. Él nos dijo que cometimos el error luego de la segunda bomba mundial y que probablemente podamos volver a cometerlo. Porque somos humanos, falibles, inestables. Hemos atravesado épocas de paz y guerra, pero siempre se han vivido largos años de desigualdad. De poder desmedido sobre gente oprimida y esa disparidad puede terminar mal.
En "Fahrenheit 451" , se nos pinta una sociedad controlada y vigilada. El libro es una de las tres mejores distopías que puedan leerse junto con "1984" y "Un mundo feliz". En la contratapa de la novela Kingsley Amis dice que "De entre todos los infiernos del conformismo, Fahrenheit 451 ofrece el retrato más convincente." Disiento a medias con el señor Amis.
Creo que ese conformismo está más exacerbado en "Un mundo feliz", en donde la distópica Humanidad de la novela de Huxley está sedada por el soma y la gente no sufre preocupaciones. Es una sociedad controlada por fármacos, y se distancia mucho de la de Oceanía, de "1984", en donde vive Winston, allí las cosas son más difíciles e incluso mucho más peligrosas aún que las de "Fahrenheit 451".
En "Fahrenheit 451", su personaje principal, Guy Montag es parte de un cuerpo de bomberos que no apaga incendios sino se dedica a quemar libros de aquellos descarriados que el sistema no llega a controlar hasta que son denunciados, porque como digo al principio, el poder que controla todo es peligroso que el ser humano piense, se valga por sí mismo, se apoye en lo que escritores, filósofos y pensadores y queda evidenciado en el pensamiento del capitán Beatty, jefe de Montag y del cuartel de bomberos cuando insidiosamente sostiene: "Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo. Quita el proyectil del arma. Domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho? Yo, no lo resistiría un minuto."
La frase de Beatty nos refiere hasta ese punto se ha llegado. Sin la violencia explicita ni el totalitarismo desmedido de "1984", la sociedad en esta novela es vigilada, controlada, perseguida y castigada, si es necesario.
Las tres distopías tienen algo bien claro en común y son los tres personajes principales de cada una de ellas: Guy Montag en este libro, Winston en "1984" y Bernard Marx en "Un mundo feliz".
¿Por qué? Bueno, precisamente por querer salirse del sistema, por rebelarse, por querer demostrar que su realidad es injusta y que no se puede vivir así. Se salen de su curso, comienzan a realizar pequeños actos subversivos, se suman a las minorías que resisten estos crueles totalitarismo y como es de prever, son descubiertos.
Montag, al igual que los héroes de los otros libros, descubre a la vez lo que debería estar bien pero sigue mal. Su vida está en suspenso. Cuando Clare McLellan, esa chica que conoce y que lo saca de su abotargamiento le hace la simple pregunta "¿Eres feliz?", simplemente no sabe qué responder.
Ha estado viviendo por años con una esposa que es en sí prácticamente una desconocida. Mildred es una mujer hueca, vacía, ausente, atontada por sus enormes pantallas. Su vida es anodina, supuestamente agradable pero fría, sintética. No tiene ningún tipo de acercamiento con Montag y las cosas siguen adelante por su propia inercia. Son dos desconocidos que alguna vez se casaron y viven juntos. Solamente eso.
Durante una de sus salidas con los bomberos, Montag tendrá una experiencia en extremo shockeante y a partir de ella no será el mismo. Prontamente "despertará" para acercarse a lo más peligroso e inconveniente que pueda cruzarse en su vida: los libros.
No seguiré adentrándome en la historia porque siempre hay lectores que no leyeron "Fahrenheit 451", pero sí sostendré lo expuesto al principio de esta reseña:
El libro, es uno de los mayores tesoros que la Humanidad ha tenido y tendrá por siempre. No importa que algún día sean devorado por las llamas, porque eso ya pasó muchas veces, la última vez a manos del nazismo.
El libro nunca morirá, porque es eterno. La defensa de Bradbury en "Fahrenheit 451" es inspiradora, sanadora y edificante. El libro es un objeto precioso, una gema, es ese amigo que nunca decepciona como decía Carlyle.
Un libro nos hace sentir orgullosos como personas lectoras, nos dignifica, nos enseña. Para un lector pasar cuidadosamente los dedos por sus páginas es una darle caricia, un mimo. "Los libros van siendo el único lugar de la casa donde aún se puede estar tranquilo", decía don Julio Cortázar y no se equivocaba. Aquel que no es lector tal vez no entienda el por qué de tanta pasión, tanto amor, tanta admiración que los lectores tenemos por los libros.
Bradbury nos dice que en el fondo no importa que desaparezcan mientras nosotros, los lectores los tengamos en la mente y en el corazón y creo que ese es el mensaje que quiere dejarnos al final de esta novela a partir de esos "hombres libros" con los que Montag se encuentra en el bosque luego de su persecución.
¿Pinta algo inverosímil Bradbury en este libro? No. ¿Acaso no han sido muchas personas perseguidas o asesinadas a partir de sus pensamientos, de lo que escribieron o de lo que intentaron cambiar a partir de las líneas de un libro? Claro que no.
Siempre, este libro será uno de mis preferidos porque casualmente es un libro cuyo tema principal trata acerca de la importancia que siempre ha tenido en nosotros.
Todos los días agradezco a Dios el haberme dado esta pasión por los libros y también le digo gracias a Ray Bradbury por haberme enseñado a ser un mejor lector.
Cuesta mucho encontrar en el vasto mundo de la literatura un libro que defienda precisamente al libro como patrimonio cultural de la Humanidad. Más allá de la distopía que encierra, la maestría de Bradbury nos posiciona ante los peligros que a veces significa para el poder el hecho de que la gente "piense" y quiera valerse por sí misma. Uno de mis libro preferidos de toda la vida...
Esta era mi pequeña reseña allá por el 2015, cuando este libro inolvidable de un también inolvidable Ray Bradbury dominaba mi sentidos y se transformaba en uno de mis preferidos de toda la vida. Y aún sigue siéndolo. Aún sigue teniendo esa misma vigencia inalterable en mí.
Es que mi grado de admiración hacia el viejo Ray sigue en ascenso y no se detendrá nunca. Es un escritor del que aprendo. Esa es la palabra. Es un maestro, un abuelo, un profesor y un profeta. Todo lo que irradió en su literatura fue sabiduría y genialidad. Sus novelas y cuentos están poblados de enseñanzas y advertencias. Mensajes y premoniciones. Fue un erudito, un escritor que supo ver mucho antes todas las calamidades que golpearon a la Humanidad sumiéndola en un sopor de las que muchas veces le costó salir.
Anticipó avances tecnológicos también. A partir de libros como "Crónicas marcianas", "El hombre ilustrado" o "Las doradas manzanas del sol" supo advertirnos que el futuro podía transformarse en algo peligroso e incómodo.
Al final de esta novela se percibe ese aire enrarecido de una latente catástrofe que hace eclosión arrasando una ciudad. ¿Acaso hoy no sentimos esa opresiva preocupación con las pruebas nucleares de un dictador desequilibrado en la supuestamente remota Corea del Norte?
Esto y lo sabía Ray Bradbury. Él nos dijo que cometimos el error luego de la segunda bomba mundial y que probablemente podamos volver a cometerlo. Porque somos humanos, falibles, inestables. Hemos atravesado épocas de paz y guerra, pero siempre se han vivido largos años de desigualdad. De poder desmedido sobre gente oprimida y esa disparidad puede terminar mal.
En "Fahrenheit 451" , se nos pinta una sociedad controlada y vigilada. El libro es una de las tres mejores distopías que puedan leerse junto con "1984" y "Un mundo feliz". En la contratapa de la novela Kingsley Amis dice que "De entre todos los infiernos del conformismo, Fahrenheit 451 ofrece el retrato más convincente." Disiento a medias con el señor Amis.
Creo que ese conformismo está más exacerbado en "Un mundo feliz", en donde la distópica Humanidad de la novela de Huxley está sedada por el soma y la gente no sufre preocupaciones. Es una sociedad controlada por fármacos, y se distancia mucho de la de Oceanía, de "1984", en donde vive Winston, allí las cosas son más difíciles e incluso mucho más peligrosas aún que las de "Fahrenheit 451".
En "Fahrenheit 451", su personaje principal, Guy Montag es parte de un cuerpo de bomberos que no apaga incendios sino se dedica a quemar libros de aquellos descarriados que el sistema no llega a controlar hasta que son denunciados, porque como digo al principio, el poder que controla todo es peligroso que el ser humano piense, se valga por sí mismo, se apoye en lo que escritores, filósofos y pensadores y queda evidenciado en el pensamiento del capitán Beatty, jefe de Montag y del cuartel de bomberos cuando insidiosamente sostiene: "Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo. Quita el proyectil del arma. Domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho? Yo, no lo resistiría un minuto."
La frase de Beatty nos refiere hasta ese punto se ha llegado. Sin la violencia explicita ni el totalitarismo desmedido de "1984", la sociedad en esta novela es vigilada, controlada, perseguida y castigada, si es necesario.
Las tres distopías tienen algo bien claro en común y son los tres personajes principales de cada una de ellas: Guy Montag en este libro, Winston en "1984" y Bernard Marx en "Un mundo feliz".
¿Por qué? Bueno, precisamente por querer salirse del sistema, por rebelarse, por querer demostrar que su realidad es injusta y que no se puede vivir así. Se salen de su curso, comienzan a realizar pequeños actos subversivos, se suman a las minorías que resisten estos crueles totalitarismo y como es de prever, son descubiertos.
Montag, al igual que los héroes de los otros libros, descubre a la vez lo que debería estar bien pero sigue mal. Su vida está en suspenso. Cuando Clare McLellan, esa chica que conoce y que lo saca de su abotargamiento le hace la simple pregunta "¿Eres feliz?", simplemente no sabe qué responder.
Ha estado viviendo por años con una esposa que es en sí prácticamente una desconocida. Mildred es una mujer hueca, vacía, ausente, atontada por sus enormes pantallas. Su vida es anodina, supuestamente agradable pero fría, sintética. No tiene ningún tipo de acercamiento con Montag y las cosas siguen adelante por su propia inercia. Son dos desconocidos que alguna vez se casaron y viven juntos. Solamente eso.
Durante una de sus salidas con los bomberos, Montag tendrá una experiencia en extremo shockeante y a partir de ella no será el mismo. Prontamente "despertará" para acercarse a lo más peligroso e inconveniente que pueda cruzarse en su vida: los libros.
No seguiré adentrándome en la historia porque siempre hay lectores que no leyeron "Fahrenheit 451", pero sí sostendré lo expuesto al principio de esta reseña:
El libro, es uno de los mayores tesoros que la Humanidad ha tenido y tendrá por siempre. No importa que algún día sean devorado por las llamas, porque eso ya pasó muchas veces, la última vez a manos del nazismo.
El libro nunca morirá, porque es eterno. La defensa de Bradbury en "Fahrenheit 451" es inspiradora, sanadora y edificante. El libro es un objeto precioso, una gema, es ese amigo que nunca decepciona como decía Carlyle.
Un libro nos hace sentir orgullosos como personas lectoras, nos dignifica, nos enseña. Para un lector pasar cuidadosamente los dedos por sus páginas es una darle caricia, un mimo. "Los libros van siendo el único lugar de la casa donde aún se puede estar tranquilo", decía don Julio Cortázar y no se equivocaba. Aquel que no es lector tal vez no entienda el por qué de tanta pasión, tanto amor, tanta admiración que los lectores tenemos por los libros.
Bradbury nos dice que en el fondo no importa que desaparezcan mientras nosotros, los lectores los tengamos en la mente y en el corazón y creo que ese es el mensaje que quiere dejarnos al final de esta novela a partir de esos "hombres libros" con los que Montag se encuentra en el bosque luego de su persecución.
¿Pinta algo inverosímil Bradbury en este libro? No. ¿Acaso no han sido muchas personas perseguidas o asesinadas a partir de sus pensamientos, de lo que escribieron o de lo que intentaron cambiar a partir de las líneas de un libro? Claro que no.
Siempre, este libro será uno de mis preferidos porque casualmente es un libro cuyo tema principal trata acerca de la importancia que siempre ha tenido en nosotros.
Todos los días agradezco a Dios el haberme dado esta pasión por los libros y también le digo gracias a Ray Bradbury por haberme enseñado a ser un mejor lector.