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Un libro que tiene un inicio tímido algo tambaleante, como un carro viejo que no quiere arrancar y apenas hace unos ruidos que nos ponen a dudar seriamente si logrará ponerse en marcha, pero nos sorprende y cuando nos damos cuenta la autora ha conseguido atraparnos en su telaraña narrativa.
La historia transcurre a través de la vida de Harold un inglés blanco de orígenes humildes y prosaicos que ha conseguido elevarse a una vida académica siendo profesor en una universidad de prestigio, experto en Rembrandt, y una familia mezclada.
Se despliega todo un crisol de temas, que van desde la lucha de puntos de vista, entre los conservadores y los liberales, la búsqueda de la identidad de jóvenes que tienen que enfrentar un ambiente elitista, excluyente, mayormente blanco cuando ellos tienen orígenes afroamericanos, o una velada opresión hacia las mujeres, todos estos temas están supeditados a un concepto que ronda como una abeja que se posa en uno y otro sin decidirse en cual profundizar, la belleza.
Hay belleza en las artes, en este caso la pintura como un vehículo de expresión pero también se toca el tema de el mercantilismo, del desprecio y el snobismo.
Hay belleza en los cuerpos, sobretodo en el de las jóvenes alumnas que poseen poderosas razones frontales, torneados y firmes argumentos traseros que derrotan a cualquier escuálido discurso sin curvas de peso.
Lo que realmente sorprende es la manera en que Zadie escribe, lo hace sin pudor, construyendo imágenes poderosas que refuerzan la narrativa, que nos envuelve con frases que resuenan.
“Estos chicos se pasan la vida exigiéndote que los consideres adultos, a pesar de que no está en tu mano otorgarles esa categoría, y luego, cuando todo se estropea, cuando necesitas que sean adultos, de repente se vuelven niños.”
Lo irónico de la masculinidad que rodea el libro, es que son dos mujeres las que logran robar la atención y apoderarse del escenario, son personalidades distintas, son excepcionales, intensas pero al mismo tiempo son mujeres que sin que les pese han seguido el irónico camino de ponerse en segundo plano para permitir el brillo del marido, cada una en su particular estilo, la una orgullosa de asumirlo, siendo colocada en un pedestal, encerrada en un distinguido y conservador ambiente; la otra ignorándolo, trabajando en un empleo que cumple la doble funcionalidad de crear un ambiente ficticio de libertad, y dejarle el tiempo necesario para cumplir con su labor suprema de ser madre y esposa.
—Yo no me pregunto para qué he vivido —dijo Carlene con firmeza—. Esa es una pregunta de hombres. Yo pregunto para quién he vivido.”
Poco a poco vamos adentrándonos en esta mezcla ecléctica que nos sirve un poco de cada plato, para el final sorprendernos con lo básica que es la vida, y sobre todo los seres humanos aún cuando nos escondamos bajo mil máscaras.
“ Aún se mataban de hambre, aún leían revistas femeninas que explícitamente odiaban a las mujeres, aún se hacían cortes con pequeñas cuchillas en sitios que no se veían, o eso creían ellas, aún fingían orgasmos con hombres que les desagradaban, aún mentían a todo el mundo acerca de todo.”
Una novela que explora nuestra humanidad bajo una mirada plástica, hermosa pero al mismo tiempo brutal, vulgar como corresponde.
La historia transcurre a través de la vida de Harold un inglés blanco de orígenes humildes y prosaicos que ha conseguido elevarse a una vida académica siendo profesor en una universidad de prestigio, experto en Rembrandt, y una familia mezclada.
Se despliega todo un crisol de temas, que van desde la lucha de puntos de vista, entre los conservadores y los liberales, la búsqueda de la identidad de jóvenes que tienen que enfrentar un ambiente elitista, excluyente, mayormente blanco cuando ellos tienen orígenes afroamericanos, o una velada opresión hacia las mujeres, todos estos temas están supeditados a un concepto que ronda como una abeja que se posa en uno y otro sin decidirse en cual profundizar, la belleza.
Hay belleza en las artes, en este caso la pintura como un vehículo de expresión pero también se toca el tema de el mercantilismo, del desprecio y el snobismo.
Hay belleza en los cuerpos, sobretodo en el de las jóvenes alumnas que poseen poderosas razones frontales, torneados y firmes argumentos traseros que derrotan a cualquier escuálido discurso sin curvas de peso.
Lo que realmente sorprende es la manera en que Zadie escribe, lo hace sin pudor, construyendo imágenes poderosas que refuerzan la narrativa, que nos envuelve con frases que resuenan.
“Estos chicos se pasan la vida exigiéndote que los consideres adultos, a pesar de que no está en tu mano otorgarles esa categoría, y luego, cuando todo se estropea, cuando necesitas que sean adultos, de repente se vuelven niños.”
Lo irónico de la masculinidad que rodea el libro, es que son dos mujeres las que logran robar la atención y apoderarse del escenario, son personalidades distintas, son excepcionales, intensas pero al mismo tiempo son mujeres que sin que les pese han seguido el irónico camino de ponerse en segundo plano para permitir el brillo del marido, cada una en su particular estilo, la una orgullosa de asumirlo, siendo colocada en un pedestal, encerrada en un distinguido y conservador ambiente; la otra ignorándolo, trabajando en un empleo que cumple la doble funcionalidad de crear un ambiente ficticio de libertad, y dejarle el tiempo necesario para cumplir con su labor suprema de ser madre y esposa.
—Yo no me pregunto para qué he vivido —dijo Carlene con firmeza—. Esa es una pregunta de hombres. Yo pregunto para quién he vivido.”
Poco a poco vamos adentrándonos en esta mezcla ecléctica que nos sirve un poco de cada plato, para el final sorprendernos con lo básica que es la vida, y sobre todo los seres humanos aún cuando nos escondamos bajo mil máscaras.
“ Aún se mataban de hambre, aún leían revistas femeninas que explícitamente odiaban a las mujeres, aún se hacían cortes con pequeñas cuchillas en sitios que no se veían, o eso creían ellas, aún fingían orgasmos con hombres que les desagradaban, aún mentían a todo el mundo acerca de todo.”
Una novela que explora nuestra humanidad bajo una mirada plástica, hermosa pero al mismo tiempo brutal, vulgar como corresponde.