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“¿Y si Ahab abandona de súbito la búsqueda? Es probable que la pierna inexistente le duela para toda la vida."
"Moby Dick" fue, es y será mi libro preferido de toda la vida. Esta es en realidad la tercera vez que lo leo dado que la magia que se desprende de sus páginas me hechiza sin soltarme. Más allá de que en la cima de mis escritores preferidos se yergue solitariamente y sin competencia mi admiradísimo Franz Kafka y que le sigue muy de cerca Fiódor Dostoievski, quien me enseño muchas maneras de ver la inmensidad de la vida, es Herman Melville también uno de mis autores predilectos y siempre recurro a sus libros para leerlos constantemente. Es mi manera de sostener mis horizontes literarios en un estándar alto.
Este gran autor fue parte fundamental del incipiente despegue literario de los Estados Unidos a principios del siglo XIX junto con Nathaniel Hawthorne o Edgar Allan Poe, por nombrar algunos, y aunque ya tenía varios libros publicados en su haber como "Taipí", "Omú", "Mardi" o "Redburn", todos ellos muestra fiel de su pasado como tripulante de barcos balleneros (en los que hasta llegó a convivir entre caníbales), es a partir de este libro en el que adquiere el desarrollo total de sus facultades narrativas para plasmarlas en un libro épico, único e inolvidable.
Cuando terminó de escribirlo, dentro de una de las tantas cartas que le escribía a su fiel amigo Hawthorne (a quien le dedica "Moby Dick"), le expresa: "He escrito un libro perverso, pero yo me siento tan inocente como un corderito". Evidentemente, Melville sabía que había tocado la cuerda justa de su genialidad y que sólo era cuestión de tiempo para que su libro fuera recordado por siempre.
También sostuvo una idea durante el proceso de escritura de "Moby Dick" en la que afirmaba que "Para escribir un libro de proporciones importantes hay que elegir un tema de proporciones importantes" y no se equivocó. Lo que comenzó como el esbozo de una novela corta fue transformándose en un volumen poderoso y extenso. Se le fue de las manos hasta transformarse en una mole equivalente a la Ballena Blanca que surca los mares en los que el Pequod de Ahab la persigue.
En cierta forma, este libro es de esos que yo denomino "universales", puesto que son tantos los temas que trata acerca de todo aquello lo que nos define como seres humanos y estas características nos son mostradas desde mil ángulos distintos.
"Moby Dick" es una novela polifónica y con esto me refiero a ese estilo de novelas que inventó el gran Fiódor Dostoievski en donde cada personaje funciona como un ente independiente con su voz y sus ideas dentro de la novela, pero que a la vez, unido a los demás hacen funcionar el argumento de la novela de manera conjunta mientras el autor por momentos los deja actuar, quedándose en un costado.
Como toda novela de esta naturaleza genera adhesiones y rechazo en el lector. Ya en su momento (1851) cuando fue publicada, "Moby Dick" naufragó en el olvido casi instantáneamente empujando a Melville a un auto exilio del que nunca se recuperaría. Al año siguiente publicaría "Pierre, o las ambigüedades", que hace fiel eco de su nombre por lo inclasificable y de manera post mortem se publica "Billy Budd, marinero", esta sí muy bien recibida por la crítica.
Para ese entonces, Melville, que prácticamente estaba fuera de la literatura, se dedicó a escribir poesía mientras trabajaba como un siempre empleado administrativo (casi bartlebiano) en la Aduana de Nueva York.
Si uno eliminara los capítulos a los que podríamos llamar "descartables", nos quedaríamos con una novela de menos de trescientas páginas en vez del ladrillo de más de setecientas treinta que uno tiene que leer.
Melville se toma gran parte del libro para contarnos acerca de todo lo que rodea al mundo de los barcos balleneros y es esto lo que hace que muchos lectores lo abandonen. Los capítulos como "Cetalogía", en donde Melville hace un detalle de todas las ballenas que existían en esa época, parecen interminables como también en, "De las ballenas pintadas", "La ballena como plato", "La cabeza de cachalote: estudio comparativo", "El gran tonel de Heidelberg", "Cisternas y baldes", "La cabeza del cachalote: estudio comparativo", que son algunos que enumero, aunque estimo que deben ser más de veinte.
En cierto modo es una lástima, dado que la historia narrada es maravillosa y estos apartados distraen o aburren al lector que no está al tanto de la obra melviana.
Yendo precisamente al libro, lo más importante de él son sus personajes, y a mi modo de ver, junto con Moby Dick es fundamentalmente Ahab el motor de la historia. Es el personaje más logrado de Herman Melville e iguala a otros grandes de la historia literaria. Ahab, es un personaje forjado por Melville con todo el andamiaje trágico de Shakespeare y la profundización psicológica de Dostoievski. De hecho es que fuera de Dostoievski el personaje más dostoievskiano de los que me he encontrado.
De todos modos, el nombre de Ahab ha sido escrito en la literatura con letras de oro.
Este poderoso personaje tarda bastante en aparecer en la novela (más precisamente en el capítulo 28), para mostrarse con intermitencias en la mitad del libro y hacerse omnipresente durante los capítulos finales en donde se desata la tragedia, dado que en realidad "Moby Dick" es una novela de fuertes connotaciones trágicas pero dotadas de muchas capas en las que Melville inteligentemente trabajó para darle un concepto de obra total.
Su constante inclusión de alegorías y simbolismos son incontables y lo más curioso es que los simbolismos son generados en forma inconsciente por el lector. Cuando Ahab descarga con profunda circunspección filosófica sus soliloquios existencialistas lo que hace es generar un clima de negros presagios y esperanzas funestas, puesto que íntimamente sabe que si bien Dios dispone las cosas, es el Destino el que sellará su suerte.
Dos de los capítulos más elevados y filosóficos del libro son un monólogo existencialista maravilloso de Ahab en el capítulo "La sinfonía". El otro es "La blancura de la ballena", el más metafísico de todo el libro, en el que Melville nos ofrece estudio profundo sobre la simbología del color blanco.
Así como Ahab es una de las piezas fundamentales del libro, Ismael, quien es el narrador casi omnisciente, es el que llevará la batuta y el ritmo de la narración. Él abre la historia con esperanza y él la concluye con melancolía y nostalgia y en el medio, desfilan otros tantos personajes maravillosos como los son su fiel amigo Queequeg, ese salvaje tatuado y experto arponero que se transformará en su hermano del alma así también como los tres oficiales principales, el primero Starbuck (de quien la gran cadena internacional de cafés fundada en Washington toma su nombre agregándose una "s"), quien es el que más enfrenta a Ahab, Stubb con su inseparable pipa y Flask, quien tiene toda la pinta de no estar en su sano juicio.
Junto con Queequeg conoceremos a los otros dos famosos arponeros del Pequod, Tasthego, un indio de complexión colosal y Dagoo, un negro enorme dispuesto a enfrentarse a todo y a todos. También en un uno de los capítulos iniciales, antes de que Ismael se embarque, nos encontraremos con el Padre Mapple, quien da su sermón desde un púlpito transformado en la quilla de un barco y como no puede ser de otra manera, nos hablará del único personaje bíblico que tiene relación directa con una ballena, Jonás, del que además Melville utilizará un capítulo para que su parábola sea considerada históricamente, o sea que el autor intenta demostrar cuál fue el periplo real de Jonás a partir de su huida.
Volviendo al padre Mapple y a Ahab, un dato muy interesante es ver la más famosa película basada en el libro, dirigida por John Houston en 1954 y para la que el gran autor norteamericano Ray Bradbury escribió el guión, nos encontraremos con el afamado Orson Wells haciendo el papel del sacerdote.
La película cuenta con el mejor Ahab fílmico de toda la historia, me refiero a Gregory Peck con su potente voz y su traje de cuáquero. Es imposible no asociar esa voz a la del "viejo trueno" de la novela cuando uno la lee. Peck actuará nuevamente en una serie de Moby Dick de 1998 como el Padre Mapple y en donde el actor Patrick Stewart encarna el papel de Ahab.
Para no irnos por las ramas, no quiero dejar de mencionar a un extraño y misterioso personaje que se llama Fedallah, un parsi fantasmal que aparece de la nada y que oficia de socio inseparable de Ahab o del negrito Pippen, "Pip", el grumete del Pequod que aporta la cuota de frescura e inocencia a tanta tragedia.
En muchos capítulos del libro son constantes las referencias de Melville a personajes bíblicos y a la propia Biblia en sí. Por ejemplo en un contrapunto entre Peleg y Bildad, quienes son los propietarios del Pequod con Ismael le hacen saber a este que Ahab fue un rey bíblico muy poderoso.
Pero también muy cruel, a punto tal que cuando fue asesinado, los perros no lamieron su sangre. Pareciera que este rey influye sobre el capitán Ahab quien por momentos es despótico, cruel y cínico respondiendo a su obsesión monomaníaca: la de cazar y dar muerte a Moby Dick, la temible Ballena Blanca que le arrancó una de sus piernas.
Para la creación de este cachalote asesino, Herman Melville se inspira en suceso real en el que un cachalote también albino hunde al Essex en 1820, frente a las islas de Mocha en Chile (Melville fantaseó con el nombre de Mocha Dick para su libro) luego de una cruenta persecución.
Moby Dick que es la representación del mal en esta novela es el partenaire perfecto para Ahab, a quien le arrancó la pierna para disparar todo el odio y rencor ilimitado de este capitán que recorrerá el mundo con el objetivo de la venganza que enceguece sus días a bordo del Pequod, cuyo objetivo era la de cazar ballenas para comercializar su esperma, o sea el aceite que se aloja en la cabeza del cachalote y que era el medio para iluminar las casas del siglo XIX, aunque también son muchos los productos que se extraían de las ballenas.
De este modo el Pequod zarpará de la ballenera isla de Nantucket (en la cual hoy se emplaza un museo ballenero), siguiendo hacia las Islas Azores, las Islas Canarias, Cabo Verde, el Río de la Plata, el Cabo de Buena Esperanza, el Mar meridional de China, la zona ballenera de Japón, para encontrar su destino final en los Mares del Sur, luego de tres días de intensa caza a Moby Dick en donde la novela alcanza su punto más álgido y fatal.
"Moby Dick, o la ballena", esta novela imponente, eterna, inabarcable, enorme, la que Faulkner quiso escribir y nunca pudo, que se desarrolla durante tres tercios del libro a bordo de un barco, que posee la más bella y rica narrativa que Herman Melville pudo sacar de sus entrañas es hoy una recompensa a este autor que cuando la publicó pasó inadvertidamente para ser re descubierta recién 73 años después de su publicación, quedará para siempre entre los mejores clásicos de la historia.
Herman Melville, que escribió casi siempre libros sobre historias de barcos, como sus colegas Robert Louis Stevenson y Joseph Conrad tiene hoy el sitial que se merece en la historia de la literatura.
Dijo una vez Jorge Luis Borges sobre Moby Dick: "En el invierno de 1851, Melville publicó Moby Dick, la novela infinita que ha determinado su gloria. Página por página, el relato se agranda hasta usurpar el tamaño del cosmos: al principio el lector puede suponer que su tema es la vida miserable de los arponeros de ballenas; luego el tema es la locura del capitán Ahab, ávido de acosar y destruir la ballena blanca; luego, que la Ballena y Ahab y la persecución que fatiga los océanos del planeta son símbolos del Universo".
Supo reconocer su gran amigo Nathaniel Hawthorne: "Es una obra épica digna de Homero. Será una epopeya americana".
Me quedo con esta última frase. Creo que resume notablemente lo que Herman Melville y "Moby Dick" significan para la literatura mundial. La profecía de Hawthorne se hizo realidad y es por todo ello que siempre será mi libro preferido.
"Moby Dick" fue, es y será mi libro preferido de toda la vida. Esta es en realidad la tercera vez que lo leo dado que la magia que se desprende de sus páginas me hechiza sin soltarme. Más allá de que en la cima de mis escritores preferidos se yergue solitariamente y sin competencia mi admiradísimo Franz Kafka y que le sigue muy de cerca Fiódor Dostoievski, quien me enseño muchas maneras de ver la inmensidad de la vida, es Herman Melville también uno de mis autores predilectos y siempre recurro a sus libros para leerlos constantemente. Es mi manera de sostener mis horizontes literarios en un estándar alto.
Este gran autor fue parte fundamental del incipiente despegue literario de los Estados Unidos a principios del siglo XIX junto con Nathaniel Hawthorne o Edgar Allan Poe, por nombrar algunos, y aunque ya tenía varios libros publicados en su haber como "Taipí", "Omú", "Mardi" o "Redburn", todos ellos muestra fiel de su pasado como tripulante de barcos balleneros (en los que hasta llegó a convivir entre caníbales), es a partir de este libro en el que adquiere el desarrollo total de sus facultades narrativas para plasmarlas en un libro épico, único e inolvidable.
Cuando terminó de escribirlo, dentro de una de las tantas cartas que le escribía a su fiel amigo Hawthorne (a quien le dedica "Moby Dick"), le expresa: "He escrito un libro perverso, pero yo me siento tan inocente como un corderito". Evidentemente, Melville sabía que había tocado la cuerda justa de su genialidad y que sólo era cuestión de tiempo para que su libro fuera recordado por siempre.
También sostuvo una idea durante el proceso de escritura de "Moby Dick" en la que afirmaba que "Para escribir un libro de proporciones importantes hay que elegir un tema de proporciones importantes" y no se equivocó. Lo que comenzó como el esbozo de una novela corta fue transformándose en un volumen poderoso y extenso. Se le fue de las manos hasta transformarse en una mole equivalente a la Ballena Blanca que surca los mares en los que el Pequod de Ahab la persigue.
En cierta forma, este libro es de esos que yo denomino "universales", puesto que son tantos los temas que trata acerca de todo aquello lo que nos define como seres humanos y estas características nos son mostradas desde mil ángulos distintos.
"Moby Dick" es una novela polifónica y con esto me refiero a ese estilo de novelas que inventó el gran Fiódor Dostoievski en donde cada personaje funciona como un ente independiente con su voz y sus ideas dentro de la novela, pero que a la vez, unido a los demás hacen funcionar el argumento de la novela de manera conjunta mientras el autor por momentos los deja actuar, quedándose en un costado.
Como toda novela de esta naturaleza genera adhesiones y rechazo en el lector. Ya en su momento (1851) cuando fue publicada, "Moby Dick" naufragó en el olvido casi instantáneamente empujando a Melville a un auto exilio del que nunca se recuperaría. Al año siguiente publicaría "Pierre, o las ambigüedades", que hace fiel eco de su nombre por lo inclasificable y de manera post mortem se publica "Billy Budd, marinero", esta sí muy bien recibida por la crítica.
Para ese entonces, Melville, que prácticamente estaba fuera de la literatura, se dedicó a escribir poesía mientras trabajaba como un siempre empleado administrativo (casi bartlebiano) en la Aduana de Nueva York.
Si uno eliminara los capítulos a los que podríamos llamar "descartables", nos quedaríamos con una novela de menos de trescientas páginas en vez del ladrillo de más de setecientas treinta que uno tiene que leer.
Melville se toma gran parte del libro para contarnos acerca de todo lo que rodea al mundo de los barcos balleneros y es esto lo que hace que muchos lectores lo abandonen. Los capítulos como "Cetalogía", en donde Melville hace un detalle de todas las ballenas que existían en esa época, parecen interminables como también en, "De las ballenas pintadas", "La ballena como plato", "La cabeza de cachalote: estudio comparativo", "El gran tonel de Heidelberg", "Cisternas y baldes", "La cabeza del cachalote: estudio comparativo", que son algunos que enumero, aunque estimo que deben ser más de veinte.
En cierto modo es una lástima, dado que la historia narrada es maravillosa y estos apartados distraen o aburren al lector que no está al tanto de la obra melviana.
Yendo precisamente al libro, lo más importante de él son sus personajes, y a mi modo de ver, junto con Moby Dick es fundamentalmente Ahab el motor de la historia. Es el personaje más logrado de Herman Melville e iguala a otros grandes de la historia literaria. Ahab, es un personaje forjado por Melville con todo el andamiaje trágico de Shakespeare y la profundización psicológica de Dostoievski. De hecho es que fuera de Dostoievski el personaje más dostoievskiano de los que me he encontrado.
De todos modos, el nombre de Ahab ha sido escrito en la literatura con letras de oro.
Este poderoso personaje tarda bastante en aparecer en la novela (más precisamente en el capítulo 28), para mostrarse con intermitencias en la mitad del libro y hacerse omnipresente durante los capítulos finales en donde se desata la tragedia, dado que en realidad "Moby Dick" es una novela de fuertes connotaciones trágicas pero dotadas de muchas capas en las que Melville inteligentemente trabajó para darle un concepto de obra total.
Su constante inclusión de alegorías y simbolismos son incontables y lo más curioso es que los simbolismos son generados en forma inconsciente por el lector. Cuando Ahab descarga con profunda circunspección filosófica sus soliloquios existencialistas lo que hace es generar un clima de negros presagios y esperanzas funestas, puesto que íntimamente sabe que si bien Dios dispone las cosas, es el Destino el que sellará su suerte.
Dos de los capítulos más elevados y filosóficos del libro son un monólogo existencialista maravilloso de Ahab en el capítulo "La sinfonía". El otro es "La blancura de la ballena", el más metafísico de todo el libro, en el que Melville nos ofrece estudio profundo sobre la simbología del color blanco.
Así como Ahab es una de las piezas fundamentales del libro, Ismael, quien es el narrador casi omnisciente, es el que llevará la batuta y el ritmo de la narración. Él abre la historia con esperanza y él la concluye con melancolía y nostalgia y en el medio, desfilan otros tantos personajes maravillosos como los son su fiel amigo Queequeg, ese salvaje tatuado y experto arponero que se transformará en su hermano del alma así también como los tres oficiales principales, el primero Starbuck (de quien la gran cadena internacional de cafés fundada en Washington toma su nombre agregándose una "s"), quien es el que más enfrenta a Ahab, Stubb con su inseparable pipa y Flask, quien tiene toda la pinta de no estar en su sano juicio.
Junto con Queequeg conoceremos a los otros dos famosos arponeros del Pequod, Tasthego, un indio de complexión colosal y Dagoo, un negro enorme dispuesto a enfrentarse a todo y a todos. También en un uno de los capítulos iniciales, antes de que Ismael se embarque, nos encontraremos con el Padre Mapple, quien da su sermón desde un púlpito transformado en la quilla de un barco y como no puede ser de otra manera, nos hablará del único personaje bíblico que tiene relación directa con una ballena, Jonás, del que además Melville utilizará un capítulo para que su parábola sea considerada históricamente, o sea que el autor intenta demostrar cuál fue el periplo real de Jonás a partir de su huida.
Volviendo al padre Mapple y a Ahab, un dato muy interesante es ver la más famosa película basada en el libro, dirigida por John Houston en 1954 y para la que el gran autor norteamericano Ray Bradbury escribió el guión, nos encontraremos con el afamado Orson Wells haciendo el papel del sacerdote.
La película cuenta con el mejor Ahab fílmico de toda la historia, me refiero a Gregory Peck con su potente voz y su traje de cuáquero. Es imposible no asociar esa voz a la del "viejo trueno" de la novela cuando uno la lee. Peck actuará nuevamente en una serie de Moby Dick de 1998 como el Padre Mapple y en donde el actor Patrick Stewart encarna el papel de Ahab.
Para no irnos por las ramas, no quiero dejar de mencionar a un extraño y misterioso personaje que se llama Fedallah, un parsi fantasmal que aparece de la nada y que oficia de socio inseparable de Ahab o del negrito Pippen, "Pip", el grumete del Pequod que aporta la cuota de frescura e inocencia a tanta tragedia.
En muchos capítulos del libro son constantes las referencias de Melville a personajes bíblicos y a la propia Biblia en sí. Por ejemplo en un contrapunto entre Peleg y Bildad, quienes son los propietarios del Pequod con Ismael le hacen saber a este que Ahab fue un rey bíblico muy poderoso.
Pero también muy cruel, a punto tal que cuando fue asesinado, los perros no lamieron su sangre. Pareciera que este rey influye sobre el capitán Ahab quien por momentos es despótico, cruel y cínico respondiendo a su obsesión monomaníaca: la de cazar y dar muerte a Moby Dick, la temible Ballena Blanca que le arrancó una de sus piernas.
Para la creación de este cachalote asesino, Herman Melville se inspira en suceso real en el que un cachalote también albino hunde al Essex en 1820, frente a las islas de Mocha en Chile (Melville fantaseó con el nombre de Mocha Dick para su libro) luego de una cruenta persecución.
Moby Dick que es la representación del mal en esta novela es el partenaire perfecto para Ahab, a quien le arrancó la pierna para disparar todo el odio y rencor ilimitado de este capitán que recorrerá el mundo con el objetivo de la venganza que enceguece sus días a bordo del Pequod, cuyo objetivo era la de cazar ballenas para comercializar su esperma, o sea el aceite que se aloja en la cabeza del cachalote y que era el medio para iluminar las casas del siglo XIX, aunque también son muchos los productos que se extraían de las ballenas.
De este modo el Pequod zarpará de la ballenera isla de Nantucket (en la cual hoy se emplaza un museo ballenero), siguiendo hacia las Islas Azores, las Islas Canarias, Cabo Verde, el Río de la Plata, el Cabo de Buena Esperanza, el Mar meridional de China, la zona ballenera de Japón, para encontrar su destino final en los Mares del Sur, luego de tres días de intensa caza a Moby Dick en donde la novela alcanza su punto más álgido y fatal.
"Moby Dick, o la ballena", esta novela imponente, eterna, inabarcable, enorme, la que Faulkner quiso escribir y nunca pudo, que se desarrolla durante tres tercios del libro a bordo de un barco, que posee la más bella y rica narrativa que Herman Melville pudo sacar de sus entrañas es hoy una recompensa a este autor que cuando la publicó pasó inadvertidamente para ser re descubierta recién 73 años después de su publicación, quedará para siempre entre los mejores clásicos de la historia.
Herman Melville, que escribió casi siempre libros sobre historias de barcos, como sus colegas Robert Louis Stevenson y Joseph Conrad tiene hoy el sitial que se merece en la historia de la literatura.
Dijo una vez Jorge Luis Borges sobre Moby Dick: "En el invierno de 1851, Melville publicó Moby Dick, la novela infinita que ha determinado su gloria. Página por página, el relato se agranda hasta usurpar el tamaño del cosmos: al principio el lector puede suponer que su tema es la vida miserable de los arponeros de ballenas; luego el tema es la locura del capitán Ahab, ávido de acosar y destruir la ballena blanca; luego, que la Ballena y Ahab y la persecución que fatiga los océanos del planeta son símbolos del Universo".
Supo reconocer su gran amigo Nathaniel Hawthorne: "Es una obra épica digna de Homero. Será una epopeya americana".
Me quedo con esta última frase. Creo que resume notablemente lo que Herman Melville y "Moby Dick" significan para la literatura mundial. La profecía de Hawthorne se hizo realidad y es por todo ello que siempre será mi libro preferido.