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"En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la Galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento.
En su órbita, ..., gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso, cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto.
Este planeta ... tenía el problema siguiente: la mayoría de sus habitantes eran infelices la mayor parte del tiempo. Muchas soluciones se sugirieron para tal problema, pero la mayor parte de ellas se referían principalmente a los movimientos de pequeños trozos de papel verde; ... ".
Así es como arranca la "Guía del autoestopista galáctico", escrita en 1979 por Douglas Adams, que después se transformó en serial radiofónico, serial televisivo y, finalmente en 2004, sería convertida en película de Hollywood, hoy de difícil acceso o al menos, yo no lo he conseguido. En cualquier caso, este arranque ya nos predispone para una novela de humor inglés, muy al estilo de Monthy Python, para lo bueno y para lo malo. Sobre la Guía se nos dice nada más empezar:
"En primer lugar, es un poco más barata (que la Enciclopedia Galáctica); y luego grabada en la portada con simpáticas letras grandes, ostenta la leyenda NO SE ASUSTE".
Todo esto da pie a una delirante aventura de ciencia ficción donde conviven algún terrícola y muchos alienígenas de diferentes procedencias, que componen una ingeniosa y divertida sucesión de situaciones disparatadas, en las que no faltan referencias a teorías físicas o astronómicas sobre diversos aspectos. Como ejemplo, puede servir la descripción que hace de la toalla como complemento indispensable en la mochila de cualquier autoestopista galáctico. Para los amantes de las matemáticas o la física, es especialmente reseñable a alusión a la Teoría de la Improbabilidad, como fuente de alta energía, o a la R17 como límite superior y flexible de la velocidad máxima que puede alcanzarse. He aquí una muestra:
"La Energía de la Improbabilidad Infinita es un medio nuevo y maravilloso para recorrer grandes distancias interestelares en una simple décima de segundo, sin tener que andar a tontas y a locas por el hiperespacio".
Y por si esto no parece lo suficientemente disparatado, ahí va otra cita sobre la existencia de la Tierra:
" ... el planeta ... fue encargado, pagado y gobernado por ratones. Quedó destruido cinco minutos antes de alcanzarse el propósito para el cual se proyectó, y ahora tenemos que construir otro".
La razón por la que afronté la lectura de este libro se la debo a "La anomalía", donde uno de los diseñadores del protocolo de actuación es fan declarado de esta novela y hace referencia a la respuesta a la Pregunta Última de la Vida, del Universo y de Todo, proporcionada por el super-ordenador Pensamiento Profundo. Y claro, ya había oído hablar antes de la novela y no pude resistirme.
Resumiendo, la novela es divertida y disparatada y seguro que hace las delicias de aquellos que os apasione este tipo de humor, pero no busquéis argumento más allá de estas consideraciones. En cualquier caso, os hará pasar un buen rato. En mi caso, opino que el tiempo no le ha hecho mucho bien y se ha quedado un poquito anticuada, de manera que no ha conseguido engancharme demasiado y, desde luego, no para leer las tres novelas que tiene como secuelas.
"En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la Galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento.
En su órbita, ..., gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso, cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto.
Este planeta ... tenía el problema siguiente: la mayoría de sus habitantes eran infelices la mayor parte del tiempo. Muchas soluciones se sugirieron para tal problema, pero la mayor parte de ellas se referían principalmente a los movimientos de pequeños trozos de papel verde; ... ".
Así es como arranca la "Guía del autoestopista galáctico", escrita en 1979 por Douglas Adams, que después se transformó en serial radiofónico, serial televisivo y, finalmente en 2004, sería convertida en película de Hollywood, hoy de difícil acceso o al menos, yo no lo he conseguido. En cualquier caso, este arranque ya nos predispone para una novela de humor inglés, muy al estilo de Monthy Python, para lo bueno y para lo malo. Sobre la Guía se nos dice nada más empezar:
"En primer lugar, es un poco más barata (que la Enciclopedia Galáctica); y luego grabada en la portada con simpáticas letras grandes, ostenta la leyenda NO SE ASUSTE".
Todo esto da pie a una delirante aventura de ciencia ficción donde conviven algún terrícola y muchos alienígenas de diferentes procedencias, que componen una ingeniosa y divertida sucesión de situaciones disparatadas, en las que no faltan referencias a teorías físicas o astronómicas sobre diversos aspectos. Como ejemplo, puede servir la descripción que hace de la toalla como complemento indispensable en la mochila de cualquier autoestopista galáctico. Para los amantes de las matemáticas o la física, es especialmente reseñable a alusión a la Teoría de la Improbabilidad, como fuente de alta energía, o a la R17 como límite superior y flexible de la velocidad máxima que puede alcanzarse. He aquí una muestra:
"La Energía de la Improbabilidad Infinita es un medio nuevo y maravilloso para recorrer grandes distancias interestelares en una simple décima de segundo, sin tener que andar a tontas y a locas por el hiperespacio".
Y por si esto no parece lo suficientemente disparatado, ahí va otra cita sobre la existencia de la Tierra:
" ... el planeta ... fue encargado, pagado y gobernado por ratones. Quedó destruido cinco minutos antes de alcanzarse el propósito para el cual se proyectó, y ahora tenemos que construir otro".
La razón por la que afronté la lectura de este libro se la debo a "La anomalía", donde uno de los diseñadores del protocolo de actuación es fan declarado de esta novela y hace referencia a la respuesta a la Pregunta Última de la Vida, del Universo y de Todo, proporcionada por el super-ordenador Pensamiento Profundo. Y claro, ya había oído hablar antes de la novela y no pude resistirme.
Resumiendo, la novela es divertida y disparatada y seguro que hace las delicias de aquellos que os apasione este tipo de humor, pero no busquéis argumento más allá de estas consideraciones. En cualquier caso, os hará pasar un buen rato. En mi caso, opino que el tiempo no le ha hecho mucho bien y se ha quedado un poquito anticuada, de manera que no ha conseguido engancharme demasiado y, desde luego, no para leer las tres novelas que tiene como secuelas.