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Me llama la atención que haya tantas reseñas de personas profundamente indignadas y enfadadas con Barbara Ehrenreich: ¿como se atreve una escritora con un doctorado y de clase media alta a pasar unos meses intentando vivir de trabajos mal pagados? No solo tengo una opinión bastante diferente sobre ese «experimento» en sí, es que me parece haber estado leyendo un libro completamente distinto del que han leído esas personas. No soy capaz, por ejemplo, de ver a Ehrenreich como alguien inconsciente de sus privilegios, porque precisamente su posición privilegiada es algo que va recalcando a lo largo de todo el libro. Tampoco se me antoja pomposa ni arrogante su actitud. Al contrario, me parece una persona empática y compasiva, que si inicialmente se pregunta si la van a desenmascarar ya de entrada, no es, creo, porque piense que una persona de su clase social y educación ha de ser detectada de inmediato, sino por la extrañeza que cualquiera sentiríamos en una situación en la que estuviésemos de tapadillo. Está también el desclasamiento, supongo, el volver al trato con una clase social que desde hace tiempo no es en la que te mueves habitualmente. Hay que decir que Barbara Ehrenreich provenía de una familia de clase trabajadora, con un padre minero y una madre ama de casa, que solo durante su adolescencia pudo llegar a considerarse clase media debido a que su padre logró un trabajo mejor pagado. Sea como sea, supongo que lo hecho por Ehrenreich con este libro es algo que no podía sino despertar reacciones muy viscerales, que son tan interesantes, si nos pusiéramos a analizarlas, como el propio Nickel and Dimed.
Pero, en fin, yo lo que venía a decir es que Nickel and Dimed me ha gustado, así, de forma igualmente visceral. Creo que si alguien tenía que tener esa experiencia y escribir un libro sobre ella, Barbara Ehrenreich era una de las personas más adecuadas. (Por cierto, a una de esas reseñas furibundas, alguien respondía algo así como «¿Por qué los pobres no escribís vuestro propio libro sobre el tema si tanto os disgusta este?». Ya sabemos lo que pasa cuando alguien pobre se queja, ¿verdad? De hecho creo que eso es parte del intríngulis de este libro, que está escrito por alguien de la misma clase social de aquellas personas que serían sus principales lectores.) Podría parecer que debido al contexto en que fue publicado (los EE. UU. de Bill Clinton) y la época (de 1998 al 2000) Nickel and Dimed habrá perdido algo de su vigencia, pero desafortunadamente es difícil que envejezca. Por ejemplo, buena parte del libro trata sobre lo difícil que es encontrar alojamiento con un sueldo mínimo (e incluso no tan mínimo). Vaya, ¿de qué me suena esto?
Pero, en fin, yo lo que venía a decir es que Nickel and Dimed me ha gustado, así, de forma igualmente visceral. Creo que si alguien tenía que tener esa experiencia y escribir un libro sobre ella, Barbara Ehrenreich era una de las personas más adecuadas. (Por cierto, a una de esas reseñas furibundas, alguien respondía algo así como «¿Por qué los pobres no escribís vuestro propio libro sobre el tema si tanto os disgusta este?». Ya sabemos lo que pasa cuando alguien pobre se queja, ¿verdad? De hecho creo que eso es parte del intríngulis de este libro, que está escrito por alguien de la misma clase social de aquellas personas que serían sus principales lectores.) Podría parecer que debido al contexto en que fue publicado (los EE. UU. de Bill Clinton) y la época (de 1998 al 2000) Nickel and Dimed habrá perdido algo de su vigencia, pero desafortunadamente es difícil que envejezca. Por ejemplo, buena parte del libro trata sobre lo difícil que es encontrar alojamiento con un sueldo mínimo (e incluso no tan mínimo). Vaya, ¿de qué me suena esto?