Leí “Todo cuenta” y me impresionó la cercanía que el autor establece con los lectores, algo que es bastante raro. Esta colección de ensayos, crónicas y artículos parece girar en torno a la inquietud por ser norteamericano. Bellow se plantea la pregunta de qué significa ser norteamericano, hijo de inmigrantes judíos de la Rusia zarista. Pero también es una reflexión sobre la distracción, el entretenimiento y el juego del mercado por captar la atención de los sujetos. No es casual que el primer texto sea un perfil biográfico de Mozart, destacando su carácter individual y separándolo del majestuoso genio elevado a hito histórico por la academia. Tampoco es casual que termine con dos entrevistas que muestran un sentido particular de autocrítica sobre el propio quehacer de Bellow.
En las seis partes en que se divide el libro, aparecen diferentes dobleces de esa inquietud por el sentido de la vida humana amenazada durante el siglo XX por la sinrazón desquiciada de las ideologías. Bellow arma una silueta de esos años a través de personajes como Roosevelt o Nikita Jruschov, describe el ambiente cultural y literario de mediados de siglo y realiza un recorrido por las ciudades que habitó. Además, sus crónicas y análisis del conflicto palestino-israelí llaman especialmente la atención, enunciando personajes y decisiones que se pierden en la ilusión de lo obvio.
Saul Bellow hace de “Todo cuenta” una experiencia de lectura personal muy semejante a escuchar a un abuelo lúcido que nos hereda su testimonio con una mirada aguda. Sin embargo, sentí cierta distancia ante ciertos segmentos localistas norteamericanos, pero eso se compensa con la habilidad de Bellow por trascender sus inquietudes al plano humano de la experiencia compartida.