...
Show More
Ya había tenido la oportunidad de leer a Marian Keyes con Claire se queda sola y, aunque fue ya hace un par de años, nunca es tarde para reencontrarse con un autor. En ese primer libro, Marian Keyes hablaba del abandono y la soledad, y en este se centra en las adicciones, especialmente en las drogas. Aunque a veces peca de ser un poco redundante, y de ahí que no le haya subido más la puntuación, es un libro más que decente. Rachel Walsh tiene veintisiete años, vive en Nueva York y su vida es un desastre porque solo puede levantar cabeza con cocaína en las venas, pero entonces un susto la lleva de vuelta a Irlanda a casa de sus padres, que la meten en una clínica de rehabilitación. Rachel es una chica odiosa, manipuladora, prejuiciosa y egocéntrica pero a medida que avanza la historia, su visión del mundo se va aclarando poco a poco, como si siempre hubiera estado ciega y empezara a ver la luz a través de la terapia que sigue, la gente que conoce en la clínica y la convivencia con sus otras hermanas. Rachel cree que no tiene ningún problema y se empeña en creerse mejor que nadie, pero al final acaba teniendo tanto sentido la forma en que se comportaba con los demás y con ella misma, lo que hacía y lo que no hacía, que resulta de lo más realista. Es un personaje maravilloso. Y sus hermanas son igual de malas, pero fantásticas también, cada cual a su manera, y por supuesto que leeré los libros dedicados a ellas. Ha sido una muy buena decisión volver a encontrarme con Marian Keyes y sus hermanas Walsh.