I'll be honest. My boys and I LOVE Roald Dahl books. All of them. Rather than review this book in my predictably gushy manner, I thought I would tell you a funny story that happened during our nightly reading sessions...

For those unfamiliar with the story, a grandmother is instructing her grandson on the multiple ways one might recognize a witch in disguise. While giving this info to my eight year old, he checked me over to confirm that I was indeed, not a witch. When he heard they wore itchy wigs, he checked my hair line. He investigated my toes and fingers for cat like claws and block like feet without toes.I thought I'd passed inspection, but a few days later, I caught him staring deeply into my eyes. (There had been a mention of a witches pupils being multicolored.) After a good hard look, he pronounced that I was definitely not a witch--I didn't have multicolored NIPPLES. I corrected him and indicated that he meant PUPILS. His response was...whatever...it's the same thing.

And there you have folks.

Todo surgió cuando a Roald Dahl le contaron un cuento...

En realidad 3,5

Mi primer contacto con esta historia no fue por la película de 1990, protagonizada por Anjelica Huston, sino por un libro de texto que usaba mi madre para realizarnos dictados a mis hermanos y a mí en temporada de vacaciones: Esto, para que no perdiéramos ni la costumbre, ni la velocidad de escribir. Diferentes fragmentos de obras literarias conocí gracias a ese libro, que si bien detestábamos cuando nuestra madre nos obligaba a escribir un dictado, era una buena compañía si nuestro propósito era solo leer para pasar el rato. El fragmento de Las brujas que aparecía allí trataba sobre la conversación entre una abuela y su nieto acerca de cómo identificar una bruja en el mundo real. Un pequeño fragmento, de tan solo cuatro páginas, que cada vez que leí me dejó con anhelos de leer la obra completa. Pues bien, después de muchos años por fin he cumplido mi deseo.

En el argumento de Las brujas se nos cuenta la historia de cómo un pequeño y su abuela intentan detener a una organización llamada «La Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Niños», la cual realmente está integrada por malvadas brujas que intentan destruir a todos los niños del planeta. No es un argumento complejo, ni mucho menos, pero es suficiente teniendo en cuenta que el contenido está orientado a un público infantil. Eso sí, es probable que pueda ser marcado por muchos lectores como «simple» teniendo en cuenta que otras obras del autor tienen un mejor desarrollo de la trama. Sin embargo, nadie podrá negar que el libro tiene una idea original, es bastante fácil de leer, y que el vocabulario usado por Roald es preciso y adecuado para su público objetivo. Del argumento, quizás lo único que no me ha gustado es el final que lo percibí soso y sin gracia. De lo demás no tengo queja alguna.

El mejor aspecto del libro es la construcción de sus personajes antagónicos, es decir, las brujas. Roald describe perfectamente estos seres en todos los aspectos, desde sus costumbres a apariencia física, desde su lenguaje hasta sus anhelos. Muy bien construidos aquellos personajes que fueron basados en historias que escuchó cuando solo era un niño. ¿Quién le contó esas historias? Ante esta pregunta no puedo ofrecer una respuesta confiable. Hay sitios web donde se afirma que fue su madre la que le contaba esas historias, en otros lugares se dice que fue su abuela. ¿A quién creerle? No importa. Lo que importa es que su familia lo inspiró para crear esta y otras historias y el mundo se los agradecerá eternamente por ello. Gracias a su familia, Las brujas existen. También me ha encantado la forma como el autor presenta sus personajes antagónicos en su libro. En vez de usar descripciones largas y tediosas, Roald emplea el uso de la conversación como mecanismo para atraer la atención del lector; de hecho, creo que es más fácil recordar las características que tienen las brujas por esta vía que por una descripción tradicional. Además, es una manera bonita de representar la forma como le contaron las historias a él cuando era un niño. Es como un homenaje a su familia, y a su pasado. Es como el recordatorio de que siempre tuvo muy presente sus orígenes. Así lo interpreto yo, y eso me parece muy especial.

Si tuviera que mencionar algo negativo mencionaría—quizás es mi impresión— que sentí que el clímax de la historia no alcanza a ser espectacular en el libro como en las películas. Es más, después de cierto momento, la intensidad de la historia empieza a diluirse lentamente hasta llegar al final. El interés que sentí al inicio, y el deseo con que leí los primeros capítulos, no se compara con la manera como terminé. Esto no significa que la historia pierda su calidad, pero si me hizo falta quizás un poco de adrenalina, frenetismo, peligros, o demás. Algo similar me sucedió cuando leí «Charlie y la fábrica de chocolate», lo que me hace deducir —correcta o incorrectamente— que tal vez a Roald Dahl no se le facilitaba cerrar sus historias. Pero se valora la intención, sus historias, y por supuesto su legado.

Como información para tener en cuenta mencionaré que esta es una de esas historias que requiere adaptaciones con el paso del tiempo; de lo contrario, estará condenada a caer en el olvido. Las adaptaciones son necesarias en este caso debido a que las «nuevas generaciones» disfrutan de un tipo de contenido diferente, por lo que si no se produce una renovación —teniendo en cuenta que el libro está orientado para los más pequeños— Las brujas podrían entrar en peligro de extinción.

Ahora, si se quisiera extraer una moraleja sobre esta historia, podríamos pensar que esta obra es un claro ejemplo de que siempre existirán seres malvados que quieren destruir la infancia y la inocencia de los niños. Aquí lo hacen intentando convertirlos en ratones, pero en la vida real lo intentan por medio de la delincuencia, la prostitución, la pornografía, el odio, la violencia, y demás. Estos seres malvados en vez de dedicarse a realizar buenas acciones que nos ayuden a vivir en un mundo mejor, parece que disfrutan destruyendo lo que ellos ya no tienen. Pero, afortunadamente, como ocurre en esta novela, siempre encontraremos personas dispuestas a sacrificarse y luchar por los derechos de los más pequeños. Quizás nadie les agradezca sus servicios, pero cada vez que un niño sonríe, juega, y crece con buenos valores, esas personas sentirán que todo su trabajo ha valido la pena. En todo el mundo siempre hay brujas, pero cada uno de nosotros tiene la pócima secreta para eliminarlas.

En resumen, una historia que me ha gustado y he disfrutado a pesar de no ser perfecta. Ha sido corta, agradable e interesante leerla. La calificación de 3,5 me parece adecuada, teniendo en cuenta los pros y contras mencionados en los párrafos anteriores. Misión cumplida.

Siempre es una delicia leer algo de Dahl. Me encantaría leer una segunda parte de Las brujas T.T