A very light reading to boost today’s mood with its own dark jokes or pure innocent comedy. Suit for kids. Or just to lit up your mood to read some more.
Update: kinda sleepy here to read with a companion of hot chocolate and morning fine breeze.
There was a young man named Ed Lear, Whose verses could bring on a tear, And they were ever so funny Plus he wrote them for money, But you'll laugh at them all, never fear!
Resulta extraño que un hombre que escribió decenas de poesías absurdas, criado por su hermana veintidós años mayor que él, enamorado de los vino malos, del clima cálido, la India y Mesopotamia llegara a dar clases de pintura a la mismísima reina Victoria. Pero así fue; ese hombre fue Edward Lear.
Lo cierto es que hacia bastante tiempo que deseaba leer algo de Edward Lear. Descubrí al autor a finales del 2019, cuando entré en contacto con una de mis máximas influencias por aquel entonces, Edward Gorey. En alguna de las introducciones de los volúmenes de Valdemar de las obras de Edward Gorey apareció mentado Edward Lear. Y como persona que no me gusta dejar cabos sueltos, googleé el nombre de este ilustrador y estuve mirando sus trabajos pictóricos y literarios.
Siendo franca, a mí los cuadros de Edward Lear me parecen del montón y tienen bastantes semejanzas con las obras paisajísticas de Bob Ross. Más que obras de arte parecen obras de artesanía. Hay en todos ellos una monotonía que acaba hastiando. Ves un cuadro de Edward Lear y los has visto todos. En cambio, sus ilustraciones, poesías, cartas y relatos sí me parecen muy interesantes porque no son impersonales como sus cuadros. Hablan del ser humano que fue, con sus luces y sus sombras. Una pena que Edward Lear no se diera cuenta hasta bien entrada la adultez que para lo que él servía era para ilustrar payasadas y obras infantiles con un regusto oscuro, bastante adulto.
He disfrutado bastante el Fabuleario (A Book of Nonsense;1846), pero también lo he sentido bastante irregular. Los limericks, tipo de poesía de origen irlandés compuesta por cinco versos donde el primero rima con el segundo y el quinto, y el tercero con el cuarto y que el mismo Edward Lear “rescató” del olvido me han gustado, pero tampoco me han chiflado. Un detalle por parte de Anaya de poner estos poemillas también en su versión original para que podamos apreciar verdaderamente el sentido de éstos. Pero ni aun así me han parecido gran cosa. Aprecio la labor de ingenio de Lear, pero no voy a decir que son una obra de arte.
En cambio, los relatillos absurdos que incluye esta antología sí me fascinaron. Se trata de Historia de las siete familias del lago Pipple-Popple, Historia de cuatro niños que dieron la vuelta al mundo, La venganza de Pentedátilo, Viaje a la Luna y Fábula moral para tres pares de gafas si me parecieron obras notables, especialmente Historia de cuatro niños que dieron la vuelta al mundo, obra llena de imaginación y clara influencia en las primeras historias del mismísimo Edward Gorey. También recomendado Historia de las siete familias del lago Pipple-Popple por la crueldad del final. Y si también os interesa la novela gótica, La venganza de Pentedátilo es un relato para nada desestimable.
En cuanto a las cartas, lo cierto es que algunas son curiosas, pero también se me hicieron un poco aburridas. En ellas, Edward Lear habla de sus viajes esencialmente, pero no demasiado de sus sentimientos, por lo que para mí es un quiero y no puedo. Por una parte, me parecieron interesantes por la documentación que aportan de la época, pero tampoco es que tenga un gran interés es como se desarrollaba por aquel entonces una ceremonia-visita a un sultán. En fin.
En resumen, si lo que buscáis es una obra atípica donde el mismo autor os explique cómo preparar pastelillos cocuelos, poesías absurdas y retratos a tinta de su gato Foss, sin duda vuestro autor es Edward Lear.
There once was a writer named Lear With a lauded poetic career, But based on these rhymes (Mediocre, most times), The cause of his fame is unclear.
Alright, so that might be a bit harsh (or as Lear might say, borascible). Lear does have some moments of humorous nonsense here (though nothing that made me laugh out loud), and I appreciated some of his entertaining and obscure adjectives (both real and freshly coined). But this edition is entirely made up of limericks, which is a hard sell from the start, and even the ones that I found amusing still have drawbacks:
There was an Old Man with a beard Who said, It is just as I feared! - Two owls and a hen Four larks and a wren Have all built their nests in my beard!
There was an Old Man who said, Hush! I perceive a young bird in this bush! When they said - Is it small? He replied - Not at all! It is four times as big as the bush!
There was an Old Man of Acosta, Who possessed a large cow, but he lost her; But they said, Don't you see, She has rushed up a tree? You invidious Old Man of Acosta!
There was an Old Man in a boat, Who said, I'm afloat! I'm afloat! When they said, No! You Ain't! He was ready to faint, That unhappy Old Man in a boat.
I feel like he has to lose points for reusing end words rather than coming up with three distinct words that rhyme for lines 1, 2, and 5. The majority of his limericks employ this tactic, and it weakens their novelty, which is a problem since a book made up entirely of traditional limericks on similar subjects is already prone to feeling very repetitive.
I'm still open to reading more Lear... but preferably something other than limericks.
According to the introduction from an anthology of Limericks the subject matter of these poems is mostly risque. The clean limerick was developed as a parlor game. Those are the kinds of rhymes found in this collection.
There once was a reader from Westbrook Who sat down to read Edward Lear's book. She read and she read And when finished she said, "There's a surfeit of limericks in this book."